Jesus Valencia Educador social
Paz que parece guerra
Junto a la cohesión de los tres ejércitos de la cruzada, realizó las otras dos tareas que tenía pendientes: torpedear la línea de flotación de Aiete y cubrir las espaldas al Estado españolLa trapanduja del PNV estaba cantada. Era evidente que el consenso con EH Bildu le incomodaba y que su visión de la paz era la de siempre. La única novedad consiste en llamar «suelo ético» a su vieja pretensión de liderar las fuerzas españolas en su combate contra el soberanismo.
Cuando situaron la paz entre sus prioridades, tenían los jelkides tres tareas pendientes y las tres han cumplido. La primera, reflotar viejas estrategias. Barajaron la del «cauce central» que promoviera Ibarretxe: abrir un cauce y presionar para que confluyeran en él la derecha y, sobre todo, la izquierda abertzale. Aquel intento encontró un serio escollo: Patxi López ya había gestado in extremis una ponencia impulsada por Ares «el pacificador». No cabían en ella las veleidades de Ibarretxe. Había que endurecer las exigencias al soberanismo y sentar la base de vencedores y vencidos. Sólo así se podría conseguir que socialistas y populares se alistasen en la nueva cruzada. Tal y como cabía esperar, despreció el acuerdo alcanzado con EH Bildu y volvió a la estrategia de la «lobera»: todos contra uno. Urkullu se transmutaba en Ardanza y desempolvaba el rancio discurso del Pacto de Ajuria Enea: demócratas contra violentos; nada de conflicto político con razones históricas; sobra lo de profundizar en la democracia y promover un nuevo marco político en el que quepan todos los proyectos; vayan a la papelera la necesaria desmilitarización y la los derechos de los presos.
Seguro que El PNV durmió tranquilo aquella noche. Junto a la cohesión de los tres ejércitos de la cruzada, realizó las otras dos tareas que tenía pendientes: torpedear la línea de flotación de Aiete y cubrir las espaldas al Estado español. Los jeltzales participaron en Ayete con baja presencia y ningún entusiasmo, ya que esa iniciativa dejaba muy debilitadas las suyas. Respecto a la otra tarea, el papel entreguista de los jelkides era fundamental. Había que eximir al Estado de cualquier responsabilidad en el conflicto y de cualquier flexibilización para su resolución, como se lo exigen los agentes internacionales. Los acuerdos alcanzados el día 21 conceden a los españolistas absoluta impunidad. Ahora conocemos mejor los compromisos que Urkullu contrajo con Rajoy. «Con Euskal Herria -dice el historiador navarro Tomas Urzainqui- se ha cometido la mayor injusticia internacional que todavía perdura en Europa. Los vascos han tenido que padecer de forma continuada la inusitada violencia ocasionada por la conquista, ocupación, partición, suplantación institucional, naciocidio y lingüicidio».
Al PNV, habitual muñidor de estos enjuagues, le recuerdo las palabras de su fundador: «No es digno que os hagáis partidarios del que os ha esclavizado, vayáis a mendigar rey a un país extranjero y pidáis para rey vuestro al que se cree con derecho a serlo por descender del que os conquistó». En este día destemplado me aferro a la memoria. Conseguimos desactivar el primer Pacto de Ajuria Enea y haremos lo mismo con el segundo.