«La solución de los dos estados es, además de inviable, racista»
Haidar Eid (1964) es graduado en la Universidad de Johannesburgo (Sudáfrica) y profesor de Literatura en la Universidad de Al-Aqsa de Gaza. Es cofundador del «Grupo por un único Estado democrático» de Gaza y miembro de la Campaña Palestina para el Boicot Académico y Cultural a Israel (PACBI, en sus siglas en inglés), embrión de la campaña en crecimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS).
Meritxell VERDAGUER | GAZA
Para Haidar Eid, la solución de los dos estados, palestino e israelí, además de inviable, es abierta y simplemente racista. Pide a la comunidad internacional el boicot al Estado israelí para acabar con sus políticas «colonizadoras y racistas, propias de un apartheid», y afirma que la campaña BDS asusta a Israel.
Con Sudáfrica como referente, el movimiento de boicot a Israel suma apoyos. ¿Cuáles son sus demandas?
Pedimos a la comunidad internacional que ejerza su responsabilidad, que boicotee el apartheid israelí de la misma manera que boicoteó el apartheid sudafricano. Con el boicot exigimos la retirada de las fuerzas de ocupación de la tierras árabes, ocupadas en 1967; la implementación de la resolución de las Naciones Unidas 194, donde se habla claramente del derecho al retorno de los refugiados palestinos; y la igualdad de derechos para los árabes-palestinos en Israel. Nosotros no deslegitimamos el Estado de Israel, deslegitimamos sus políticas de ocupación, colonización y apartheid.
¿Qué califica el sistema de Israel como apartheid?
Israel no tiene Constitución, es uno de los pocos estados del mundo que no la tiene y se fundamenta en leyes básicas. La primera de las leyes básicas, de 1948, dicta que Israel es el Estado de los judíos de todo el mundo. Eso significa que solo los judíos tienen el derecho a vivir en él. Los palestinos no tienen el derecho de vivir en la tierra donde nacieron sus padres y abuelos, pero si lo tiene un judío de Sri Lanka, EEUU, Alaska... Esto es racista. Quiero insistir aquí en la idea de que el BDS es un movimiento democrático, lejos del antisemitismo.
¿Cómo se consigue el boicot?
Nuestro objetivo ha estado siempre dirigido a la sociedad civil internacional, sabemos perfectamente que no podemos convencer la Casa Blanca o el Gobierno británico. Los grupos de solidaridad a diferentes países ejercen presión a sus gobiernos, enviando cartas, por ejemplo, señalando las empresas que invierten a Israel. Tenemos un listado de éxitos. El último, cuando una comisión para los derechos humanos de las Naciones Unidas sancionó a Israel por las colonias judías en Cisjordania. La campaña está llegando a los principales medios de comunicación. El BDS es un llamamiento al boicot empresarial y cultural pero también institucional, a las instituciones del apartheid israelí, como las universidades.
¿Sigue la campaña los pasos de Sudáfrica?
El apartheid sudafricano se creó en 1948, pero no se consideró un crimen contra la humanidad hasta 1973, un tiempo muy largo. El primer objetivo de boicot en Sudáfrica se propuso en 1958 y Europa tardó más de 30 años en empezar a responder. Cuando la respuesta llegó, sirvió automáticamente para liberar a Nelson Mandela y convertirlo en el presidente negro. Nosotros empezamos en 2004 y ya sumamos éxitos. Vivimos nuestro momento sudafricano con el ataque en Gaza de 2009, es el Sharpeville de Oriente Medio. En Sharpeville, en 1960, la Policía del régimen mató a 69 sudafricanos, fue entonces cuando la comunidad internacional se dio cuenta que no podía seguir así. Nuestro proceso está siendo más rápido.
Más allá del BDS, es usted un detractor de la solución de los dos estados. ¿Por qué?
Hay dos tipos de razones para defender un único Estado, pragmáticas e ideológicas. Pragmáticamente, Israel ha hecho imposible la solución de los dos estados en la que, según los acuerdos de Oslo de 1993, Palestina sería los territorios de Cisjordania y Gaza. Ha construido un muro monstruoso dentro del territorio cisjordano, anexandose alrededor del 12%, y ha ampliado las colonias judías, y digo judías porque ni cristianos ni musulmanes pueden vivir ahí. En 1993, el número de colonos en los asentamientos, incluyendo Jerusalén Este, era de 193.000, actualmente hay 600.000. Israel ha cortado la conexión entre los dos territorios palestinos y ha convertido Gaza en el campo de concentración más grande del mundo. Cuando se propuso la solución de los dos estados, Palestina se definía con el 46% del territorio de la Palestina histórica, ahora solo es el 22%.
¿Cuáles son las razones ideológicas para construir un único Estado?
La solución de los dos estados, en sí misma, es una solución racista. No se puede aceptar la creación de un estado basado en identidades religiosas. La cuestión palestina no es crear un Estado independiente en Cisjordania y Gaza, la cuestión palestina es volver a 1948, cuando se ejecutó la limpieza étnica desplazando millones de personas. La solución de los dos estados no resuelve el retorno de los refugiados aunque la ley internacional nos ofrezca el derecho al retorno. En el supuesto Estado palestino solo vivirían un tercio de los palestinos, esto es la antítesis del derecho a la autodeterminación que, como lo entiendo yo y como lo entienden todos los palestinos, debe incluir el derecho al retorno de los refugiados. En Israel viven hoy 1,2 millones de palestinos que son tratados como ciudadanos de tercera clase.
¿Un único Estado significaría la desaparición de Israel?
A finales de los 70 alguien preguntó a Nelson Mandela, quien apelaba a la equidad en Sudáfrica, si su propuesta incluía la destrucción del sistema del apartheid, su respuesta fue «sí». Israel lleva haciendo limpieza étnica en Palestina desde 1948 y flirtea con el genocidio. En 2009, en Gaza, Israel mató a 1.400 palestinos en 22 días. En 2012, en una semana, mató a más de 180. Y no soy yo quien está utilizando la palabra genocidio, en los informes de las Naciones Unidas, en 2006, cuando Israel impuso el bloqueo en Gaza, lo calificaron de «preludio del genocidio». La solución de un Estado es una oferta muy generosa desde la víctima hacia el colonizador.
«Pedimos a la comunidad internacional que ejerza su responsabilidad, que boicotee el apartheid israelí de la misma manera que boicoteó el apartheid sudafricano»