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Crónica | Un homenaje a nuestro autor más traducido

Bernardo Atxaga conquista Madrid

Exposiciones, teatro, películas, conferencias.... El público madrileño podrá conocer a fondo la singularidad de la obra de Bernardo Atxaga coincidiendo con el estreno en la ciudad de la versión escénica de «El hijo del acordeonista».

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Jaime IGLESIAS

«Vamos a hacer las fotos mejor en la calle ¿no? Por aquello de hacer visible que estamos en Madrid», comenta sonriente Bernardo Atxaga mientras posa ante la fachada del Teatro Valle-Inclán, ubicado en plena plaza de Lavapiés, uno de los rincones con más solera del viejo Madrid. En este emplazamiento se sucederán, hasta el 7 de abril, las representaciones de «El hijo del acordeonista» gracias al empeño de Ernesto Caballero, director desde 2012 del Centro Dramático Nacional (CDN), por abrir su programación a las adaptaciones escénicas de algunos de los textos en prosa más destacados de las últimas décadas a través de un ciclo llamado, precisamente, «De la novela al teatro».

«El hijo del acordeonista» permite al equipo rector del CDN cumplir con una asignatura pendiente como es la de que el euskara se oiga, por primera vez, en el principal teatro del Estado español, algo que sus responsables consideran «un signo de normalidad», atendiendo, sobre todo, a que ya en pasadas temporadas subieron a sus tablas montajes en gallego o catalán con una gran respuesta del público. Será el sábado 30 y el domingo 31 cuando el texto de Atxaga, adaptado por Patxo Telleria y con dirección de Fernando Bernués, se represente en euskara con sobretítulos en castellano.

Coincidiendo con esta iniciativa, el instituto Etxepare ideó toda una serie de actividades paralelas para difundir entre la audiencia madrileña la lengua y la cultura vascas a través de la figura de quien, hoy por hoy, es su escritor más traducido. Bajo el título genérico de «Universo Atxaga», hasta el próximo 7 de abril la ciudad acoge diversas propuestas culturales (cine, exposiciones, conciertos, etc.) vinculadas al autor de «Obabakoak», obra de la que este año se celebra el vigesimoquinto aniversario de su publicación.

De este modo, en la Cineteca del Matadero se pueden ver algunas de las películas que han surgido de la adaptación de textos de Bernardo Atxaga. A la popular «Obaba» (2005), de Montxo Armendariz, se suman «Zeru horiek» (2005), de Aizpea Goenaga, y «Bi Anai» (2011), de Imanol Rayo. Estos dos últimos cineastas participaron en un coloquio con el público el pasado domingo, tras la proyección de sus largometrajes. Allí debatieron con los espectadores acerca de la singularidad de la prosa de Atxaga y de su plasmación en imágenes. Además de estos tres títulos está prevista la proyección del documental «Lugares vacíos, palabras llenas» (2012).

Paralelamente, la Cineteca acoge en otra de sus salas la exposición «Atxaga en las artes», inaugurada por el propio autor el pasado 21 de marzo tras participar en el recorrido audiovisual «El universo de Atxaga», celebrado en la Casa del Lector, con sede también en el Matadero.

Su universo poético

La implicación de Atxaga en estos actos de reconocimiento está siendo plena, tal y como lo demostró su presencia el pasado lunes sobre las tablas del Valle-Inclán para impartir la conferencia «Reacciones ante una piedra rayada». Ante unas trescientas personas, reivindicó la importancia del mundo poético-imaginativo tomando como referencia algo tan aparentemente anodino como un guijarro: «Si hace doscientos años esta piedra redonda, con orificios, hubiese sido contemplada por hombres de ciencia, probablemente dirían que su forma se debía a haber sido golpeada por un rayo. Los científicos de hoy, con la experiencia acumulada, concluirían que se trata de un fósil. ¿Pero qué reacción suscitaría esta misma piedra entre los militantes en el universo poético-imaginativo? Pues probablemente hace doscientos años afirmarían que la forma de esta piedra se debe a que fue una de las que lanzaron contra Jesucristo, y los poetas de nuestros días, seguramente, afirmarían lo mismo».

Ante la complicidad de una audiencia entregada, concluyó su exposición preguntándose: «¿Cabe interpretar como algo negativo que el registro poético-imaginativo no haya evolucionado con el tiempo? No lo creo, porque eso es lo que provoca que hoy podamos leer algo escrito hace miles de años y entenderlo, sentirlo y usarlo con idéntico sentido a cuando fue concebido. Y esto es así porque el lenguaje poético habla de nuestro interior».

La conferencia, muy aplaudida, fue seguida de un recital de Ruper Ordorika, acompañado por Arkaitz Miner, en el que el músico abordó algunos temas de su repertorio más reciente junto a composiciones de su primer disco «Hautsi da anphora», donde adaptó poemas de Bernardo Atxaga, singularmente aquellos contenidos en «Etiopía» (1978), la obra que confirió señas de identidad al «universo Atxaga».

 

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