Maite SOROA | msoroa@gara.net
La Navarra invadida
UPN celebró su congreso, ganó Barcina, los más ultras del infraebro lo celebraron como si Catalán fuera un peligroso abertzale, y resulta que no ha servido para nada. Así lo cree al menos Pascual Tamburri, que en un tono derrotista hacía balance en «Elsemanaldigital». Señalaba que «de esta elección no hay que esperar grandes cambios inmediatos, ni una solución al problema institucional de Navarra, con UPN en minoría parlamentaria y toda mayoría alternativa pasando necesariamente por los nacionalistas vascos». Aguafiestas, le dirán. Pero él insiste. «El alto por- centaje de abstenciones y ausencias pese a la importancia del evento es revelador de la desesperanza y la perplejidad entre los regionalistas navarros de base, que no están acostumbrados a ver a su partido lejos del PP, ni a verlo en minoría parlamentaria, ni a verlo dividido en su interior, ni mucho menos a verlo implicado sin defensa fácil en casos tan poco estéticos como el de la CAN». Vamos, que están hasta el gorro. Normal...
Sobre los contendientes, explica que «Barcina ha oficiado un `que-vienen-los vascos-remix'. No era chantaje, no, pero cómo se le parecía: la presidenta del Gobierno sugirió hace unos días que sin la confianza de su partido podría dimitir y dar paso a nuevas elecciones... elecciones que UPN podría no ganar y en las que con seguridad no tendría mayoría absoluta», mientras que «Catalán llegó al mismo punto por otro camino: su principal razón para sacar a Barcina de la dirección de UPN era la necesidad de entenderse con el PSN-PSOE e impedir que el PSOE navarro se acercase a los abertzales». Que deben ser malísimos, oye. El columnista intuye «un punto o más que un punto de miedo al futuro, por los dos lados. La sensación de entrar en un nuevo tiempo ignoto». Un nuevo tiempo que muchas navarras y navarros esperan como agua de mayo. Y como conclusión, afirma que «al día siguiente de la victoria, todos los problemas pendientes siguieron donde estaban. Todos los escándalos, en distintas fases de desarrollo, están en marcha. Todas las tribus y banderías en todas las siglas, especialmente de centroderecha pero no sólo, siguen tozuda y ciegamente (...) todo se justifica en un `que vienen los vascos'. Pues si han de venir que vengan, que mejor es ver Navarra invadida por un tiempo que enfangada para siempre en una pocilga política tan elaborada». No va a «ir« nadie, ni nadie va a «invadir» nada. Son las navarras y navarros los que les van a dar un meneo de escándalo.