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Raimundo Fitero

40 años

 

El pasado sábado se cumplieron cuarenta años de un programa insignia de la historia de TVE, «Informe Semanal», y sus responsables actuales, con Jenaro Castro a la cabeza, decidieron hacer un obituario más que una celebración. Eso sí, para dejar claro que están allí para gastar dinero en lo superficial le cambiaron la cabecera y la sintonía, es decir, insistieron en el obituario o el camuflaje. Para acabar definitivamente con una historia de cuatro décadas, nada mejor que quitarle las pocas señas de identidad que mantenía el programa, algunas de las pocas cosas que le hacían reconocible, porque sus contenidos ya habían sido repudiados expresamente por la audiencia de manera constante y progresiva durante muchos años.

El desgaste viene de antiguo pero en los últimos meses ha sido demoledor porque el descrédito que han ido acumulando con su obsesión partidista de militancia guerrera ha llegado a cuotas impensables. Desde siempre, «Informe Semanal» ha sido tendencioso, pero al menos, en los tiempos de Ramón Colom y sucesores, su manipulación de la realidad vasca, su intervención en el conflicto de manera milimétricamente calcada a lo propuesto por los diferentes servicios de información de los varios ministerios intervinientes se podría considerar como un programa que se alienaba como instrumento institucional con las «razones de estado». Pero con la llegada de la etapa aznarista, la más beligerante con la verdad informativa, se fue desmontando el valor de esta cita sabatina. Los chicos de zapaterismo rampante, con su aureola de neutrales, no consiguieron nada más que mantener las formas, es decir se elaboraban los reportajes con equipos solventes.

Ahora ya ni eso, han ido dimitiendo periodistas y responsables agobiados por la presión ultra, no destinan recursos humanos ni económicos y se dedican a mentir y mentir, sobre Bárcenas, sobre la corrupción, sobre los recortes. Por eso, de seguir en este tono, no se sabe si durará ni cuarenta semanas, ni cuarenta días más. Y la verdad, si desaparece nadie se dará cuenta, porque lo ven apenas un millón de telespectadores de media. Muy poco para un programa insignia de cuarenta años.

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