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ENÉSIMA VICTORIA ELECTORAL DEL CHAVISMO

Ya es hora de que la oposición madure

Dabid LAZKANOITURBURU

Seguro que no es fácil que alguien que en vida te ganó 17 veces siga haciéndolo después de muerto. Menos aún para el candidato opositor venezolano, quien no ha dudado durante la campaña en alabar a su hasta hace poco enemigo jurado (Hugo Chávez) e incluso ha llegado a mimetizar, camaleón, su mensaje, haciendo suyas las conquistas sociales que tantos años, sudores y críticas le han costado al proceso bolivariano.

Capriles ha jugado bien sus cartas intentado presentar a Nicolás Maduro como una falsa copia del intocable y fallecido original. Y es posible que, forzado por la premura y por la inmensa responsabilidad a sus espaldas, el candidato del chavismo haya sido incapaz de superar esa contradicción biológica.

Pero de ahí a poner en tela de juicio la trabajosa y ajustada, pero a la postre victoria, de Maduro va un trecho que la oposición venezolana siempre está predispuesta a recorrer. Y nunca le faltan voceros en el mundo que le animan en ese peligroso trayecto. Pareciera que el chavismo tiene que ganar por lo menos por más de diez puntos de diferencia para que no le discutan la victoria.

Todo lo demás o es un fraude electoral o es la enésima y preocupante muestra de una «sociedad polarizada». Argumento este último que evidencia la nostalgia de algunos, dentro y fuera del país, por aquella Venezuela en la que el 80% de la población, simplemente, no existía. ¡Aquellos sí que eran tiempos de unipolaridad uniforme!

Le toca a Maduro y al proceso sacar las oportunas lecciones tras su victoria y demostrar que el cambio no tiene vuelta en Venezuela. Pero, sobre todo, le toca a la oposición asumir sus derrotas, aunque sean tantas y tan seguidas. Y dejar de llorar por haber perdido frente a un muerto. Le toca madurar.

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