Como trabajador que soy, cada mes tengo que llevar un sueldo a casa. Las dietas de la CAN son parte del sueldo por pertenecer al Gobierno navarro. Ha sido así siempre. Aunque sea un político, tengo que llevar un sueldo a casa a fin de mes». Estas declaraciones las hizo el exvicepresidente del Gobierno navarro Álvaro Miranda. Respondió en tono chulesco a los periodistas que le preguntaron, tratándoles casi de idiotas por no entender qué es un sueldo. El «porque yo lo valgo» de L'Oréal en versión navarra.

El martes, ante la juez María Paz Benito, parece que Miranda cambió el tono. Lo que sí cambió fue el contenido de sus palabras. Las dietas ya no son parte del sueldo, sino todo lo contrario. Justificó su cambio de posición en que el contexto era diferente. Es decir, que no es lo mismo mentir a los periodistas que a una juez ante la que se está declarando como imputado.

«Las reuniones eran dobles para cuadrar las agendas», justificó Miranda, con el argumento de que los miembros del Gobierno navarro son gente muy ocupada. En vez de ampliar el orden del día aprovechando la celebración de una reunión, se hacen dos reuniones el mismo día. Eso sí, sin orden del día y para no decidir nada. Doble dieta. Voy a proponer al gerente que me pague doble kilometraje cuando me desplace para hacer un reportaje, que yo también estoy muy ocupado.

Para rizar el rizo, reconoce que la ley establecía que correspondía al Gobierno navarro inspeccionar la CAN, pero destaca que era una ley que no había que aplicar. Curiosa manera de defender el autogobierno, renunciando a la inspección de una caja de ahorros que se vendía como la quintaesencia navarra. Para concluir, Miranda añade, en declaraciones ante los periodistas, que siempre ha trabajado por el bien de la economía navarra. Nos sigue considerando imbéciles, como cuando, al igual que hicieron Miguel Sanz y Enrique Maya, dice que no hará referencia a su declaración ante la juez porque próximamente se hará pública. Será porque Kontuz la cuelga en su web, no por sus deseos de transparencia. Y algunos todavía dudan de la necesidad de la moción de censura.