CRíTICA: «Oblivion»
El mundo futuro cada vez nos sorprende menos
Mikel INSAUSTI
Tom Cruise es una estrella con más vidas que un gato, por lo que no me lo imagino como ídolo roto dentro de Hollywood. En «Oblivion», vuelve a rozar el fracaso, pero su empatía con el gran público le salva una vez más de hundirse por culpa de fiascos como los que arruinaron a Kevin Costner («Waterworld») o John Travolta («Campo de batalla: La Tierra»). Obsérvese que suelen ser grandes producciones futuristas o de ciencia-ficción las que conllevan los fiascos más terribles, y en el caso de «Oblivion» existía un miedo bien fundado a que se repitiera la debacle. La Disney no quiso saber nada del proyecto, siendo finalmente Universal el estudio que ha puesto los 120 millones de dólares presupuestados.
Demasiado dinero en manos de Joseph Kosinski, un cineasta cuya fiabilidad está en entredicho. No terminó de convencer con su ópera prima «Tron: Legacy», pero es que tampoco su segundo largometraje ayuda a disipar las dudas con respecto a su capacidad narrativa. En «Oblivion» deja claro que es un potente creador visual, pero falla a la hora de escribir el guión, ya que argumentalmente tira mucho de cliché genérico. El futuro que imagina responde a un diseño artístico brillante, a no ser porque las cosas que suceden en él no sorprenden como deberían. Todo cuanto acontece resulta previsible, conformando un pastiche referencial que toma prestados contenidos de «La guerra de las Galaxias», «2001: Una odisea del espacio», «El planeta de los simios», «Zardoz», «El último hombre vivo», «Naves misteriosas», «Alien», «Mad Max», «Solaris», «Wall-E», y así hasta el infinito.
La falta de identidad de la película le acaba pasando factura, sobre todo en el tramo final. La introducción es lo más logrado, ya que funciona a nivel puramente descriptivo. Al entrar la acción todo empieza a desbaratarse, con situaciones y personajes dispersos. Una falta de definición que afecta a las interpretaciones, las cuáles devienen en risibles caricaturas, de las que no se salva ni Morgan Freeman. Otra decepción es la banda sonora de M83, que no consigue innovar como lo hiciera Daft Punk en «Tron: Legacy».