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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Políticos bla, bla, bla

En una prensa casi copada por la caspa más ultramontana de Europa, servidora atesora como tesoro las piezas de algunos periodistas que se escapan del discurso oficial en el infraebro. No es la primera vez que traemos a esta lupa a Rafael García Rico, que en esta ocasión escribe en «Estrelladigital» de la clase política de ese estado que va camino de su autodisolución. El columnista empieza con una serie de preguntas que suenan como petardos: «¿Cómo se siente la comunidad judía cuando escucha a De Cospedal llamar nazis a los que protestan frente a un político por no cambiar la ley hipotecaría? ¿Cómo se sentirá alguien que haya sido víctima en su niñez de un pederasta o la familia de un niño que acaba de sufrirla al escuchar a Antonio Cantó comparar ese crimen con la inmersión lingüística? ¿Cómo se siente usted al saber que con sus impuestos paga los sueldos de estos dos sujetos? (...)». La respuesta esta vez no está flotando en el aire, sino en las calles. Luego, ante la sarta de sandeces que escuchamos día sí y día también, García Rico plantea «si no será mejor, al fin y al cabo, que los políticos hagan caso de las recomendaciones de los argumentarios que les envían cada día y repitan como cacatúas lo que les escribe alguien que esté bajo control de calidad. O igual es esto lo que hacen y por eso dicen esas sandeces». Servidora no descartaría esta opción, tal como está en nivel.

A su juicio, «la desvergüenza consiste en que el debate acabe girando sobre cualquier cosa menos sobre el fondo de la cuestión. El trapo es lo de menos, y como ellos lo de la dignidad lo llevan con indiferencia, se someten sin temor a la exposición de sus tonterías: puede que el premio sea un ministerio, por fin». Y es que, amigo plumilla, la dignidad no para las letras del Mercedes...

Para concluir, apunta que «contamos con una singularidad que nos retorna al España es diferente: los políticos ligeros de lenguaje que no pueden evitar los borbotones ante la alcachofa, que les gusta sentirse observados y atendidos, políticos con entusiasmo y facilidad de palabra. Políticos bla, bla, bla. Una entidad institucional con marca individual: son instituciones unipersonales que tienden a colocarse en el centro del mapa, desplazando al resto. Hacen gracia. O asustan. No sé...». Más bien, dan grima. Está bien encontrar, aunque sea de vez en cuando, algo de lucidez.

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