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No hay nuevo modelo policial, sí lo hay de lucha emancipadora

La semana que hoy termina ha sido, desde un punto de vista periodístico -y, por lo tanto, político-, una de las más intensas de los últimos tiempos. Comenzaba el lunes con la publicación de las impactantes conversaciones internas de la Ertzaintza la noche en la que murió Iñigo Cabacas y se cerraba el viernes con el desalojo de Aske Gunea y la detención de los jóvenes condenados por su militancia en Segi. Los audios en un caso y las imágenes en el otro tienen fuerza como para remover las más laxas y pétreas de las conciencias. En medio, una moción de censura en Nafarroa que evidencia el agotamiento del Gobierno de Yolanda Barcina e incluso del modelo sostenido por UPN; el paseo por los juzgados de varios de los dirigentes de este mismo partido, a cuenta de la dilapidación de la CAN; la siniestra confesión del asesino impune de Santi Brouard, Luis Morcillo; tiras y aflojas a cuenta del presupuesto del Gobierno de Iñigo Urkullu; una nueva convocatoria de huelga de la mayoría sindical vasca; la absolución por parte del Tribunal Constitucional español de unos jóvenes vascos que ya cumplieron la condena; e incluso algún que otro escándalo en el tema de la gestión de residuos que, dada la vorágine informativa anteriormente descrita y ciertos intereses, no tuvo demasiado eco, como es la firma de un arriesgado producto financiero por valor de 120 millones de euros sin haber superado la prueba de conocimiento suficiente por parte de Carlos Ormazabal, diputado de Medio Ambiente la pasada legislatura en Gipuzkoa. [Puestos a leer la realidad política con gafas de administrativo, aquí tenían PNV, PSE y PP un tema mucho más interesante que la cesión de los espacios públicos para defender derechos civiles].

Todo ello sin tocar más temas relevantes, como los recortes o los desahucios que no paran y las protestas contra ellos que tampoco, y sin mencionar asuntos internacionales, como la elección de Nicolás Maduro en Venezuela y la violencia provocada por la no aceptación de los resultados por parte de Henrique Capriles, el atentado de Boston y la posterior «cacería humana». O incluso eventos deportivos relevantes y una agenda cultural que no para. Parafraseando una tópica frase sobre los Balcanes, Euskal Herria ha generado esta semana más información de la que sus ciudadanos pueden digerir. O eso debieron de pensar algunos medios, vista la escasa relevancia que han otorgado a alguno de estos temas. Volviendo a parafrasear otro tópico, que una realidad trepidante no te fastidie el ficticio statu quo que te toca defender.

Cada cual su trabajo; y su responsabilidad

Para quien haya escuchado las comunicaciones entre los ertzainas implicados en la muerte de Iñigo Cabacas, poco más cabe decir. Pero no deja de ser sorprendente que, un año después de la muerte del joven seguidor del Athletic y tres meses después de haber tomado posesión del cargo, los responsables del Departamento de Seguridad justifiquen la medida de apartar a los implicados como consecuencia de la difusión de las grabaciones, no por su contenido. Es decir, los apartan para protegerlos, porque los medios de comunicación hemos hecho nuestro trabajo, informar, no porque los ertzainas que participaron en aquellos hechos y sus responsables en el Departamento no hayan hecho el suyo, a saber, en el primer caso garantizar la seguridad de los ciudadanos en vez de atentar contra ella, en el segundo, hacer todo lo necesario para aclarar un delito flagrante, a la vez que depurar y asumir sus responsabilidades.

Se equivocan si piensan que no vamos a seguir informando. De hecho, hoy mismo GARA publica que la Ertzaintza no ha aportado al sumario el registro de material antidisturbios pertinente, porque no existe. Volviendo al método deductivo de Rodolfo Ares, solo hay dos hipótesis: o no se realizó aquella noche o ha desaparecido posteriormente. Este hecho también tiene responsables concretos que deberían ser apartados, no porque lo diga un medio, sino porque no hicieron su labor y, además, esto sí que afecta a la investigación.

Aske Gunea, desplegando la nueva estrategia

Tras lo escrito y descrito estos días, también es difícil aportar algo más a lo ocurrido en Aske Gunea. Las vivencias de estos días marcarán a una generación, suponen un paso importante en la visualización de la nueva estrategia de la izquierda abertzale y de la validez de esos postulados, así como de valores clásicos como la solidaridad y la desobediencia. Ahora toca desarrollarlos, en clave unilateral, haciendo lo mejor para tus objetivos, independientemente de lo que haga el adversario. El mérito es de esos jóvenes, de su compromiso, de su disciplina, de su valor humano y político. Así hay que reconocerlo.

Poniendo la mirada al otro lado de la barricada simbólica, si todo el mundo debe hacer una revisión autocrítica del pasado y esforzarse por construir un futuro mejor, no estaría de más que, vista la «timidez» con la que Lakua está desarrollando el nuevo modelo policial, hubiese agentes que decidiesen, igual que ha ocurrido en sitios como Israel, que no van a participar en acciones represivas que atentan contra derechos. Que no se preocupen por medidas disciplinares, siempre se podrá publicar su decisión y así el Departamento los protegerá. Además, según afirmaba ayer la consejera Estefanía Beltrán de Heredia en una entrevista a «Berria», ella no ve bien «meter a alguien en la cárcel por su ideología». Su ideología y su práctica política, en cambio, anteponen ley a justicia y seguridad a libertades. Nuevos nombres, viejas costumbres.

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