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AMBIENTE | TRISTEZA EN LAS GRADAS

La celebración se convirtió en homenaje a la pelota vizcaina

Lo que podía haber sido una fiesta de la pelota vizcaina se convirtió finalmente en un merecido homenaje a su máximo exponente, un Pablito Berasaluze que recibió el calor de su gente. Irujo y Zabaleta celebraron su triunfo, pero no fue como lo habían imaginado.

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Asier AIESTARAN

Todo estaba listo en el Bizkaia para celebrar el gran día de Pablito Berasaluze y el de la pelota vizcaina. El herrialde llevaba 32 años sin que uno de sus pelotaris se calara una gran txapela de pelota a mano y el delantero de Berriz podía cumplir un ciclo en el profesionalismo, ganando su primer título justo diez años después de que falleciera su padre y en el campeonato en el que decidió cambiar su nombre oficial a Berasaluze II en homenaje a su progenitor.

Conscientes de ello, los primeros y casi únicos gritos de ánimo en el frontón llegaban por parte de los amigos de Zabaleta. Al grito de «Goazen Zabaleta, goazen txapeldun», los navarros rompían el silencio de un recinto que no tuvo nada que ver con lo vivido el año pasado, cuando la ruidosa afición riojana no calló en ningún momento.

No obstante, Pablito y Albisu también tenían su parroquia presente. Quedó claro en las numerosas pancartas: »Albisu txapeldun, eman egurre», «Ataun eta biak» o «Atzoko ametsa, gaurko txapela», rezaban algunas de ellas, colgadas en la zona del rebote. Y comenzó a calentarse con los primeros tantos de la final. «Pablo, Pablo», retumbaba en las gradas con el 1-2; y le seguía el primer aluvión de aplausos tras conseguir el 2-2.

Del bullicio al silencio

Pero el bullicio, que iba en aumento según caían los primeros tantos del partido, se convirtió en un silencio sepulcral cuando Pablito caía lesionado sobre la cancha con visibles gestos de dolor. Desde el primer momento se vio que se trataba de una lesión muy grave y la gente se quedó totalmente helada. Unos diez o quince segundos que se hicieron eternos, mientras la gente se miraba entre sí, temiéndose lo peor, lo que efectivamente acabó ocurriendo.

Pero la gente reaccionó, y desde el primer momento demostró que va a apoyar al pelotari vizcaino igual en los buenos y en los malos momentos. El de Berriz se retiraba a vestuarios cojeando, mientras los aficionados le animaban con el ya habitual grito de «Pablo, Pablo».

Tras unos minutos de espera y la confirmación de que la final se suspendía definitivamente, apenas unos tímidos pitos mostraban la resignación de los aficionados. En ese sentido, es de agradecer la comprensión de los casi 3.000 pelotazales que se acercaron ayer al frontón y que llegaron a pagar 120 euros por hacerse con una entrada.

Lógicamente, el centro de atención pasaba de la cancha a los vestuarios, donde el revuelo y la presencia de los medios de comunicación se fue multiplicando. De hecho, uno de los momentos más emotivos llegó cuando la madre de Pablito, sin poder contener las lágrimas, se acercó para ver a su hijo.

El delantero, que según se supo después, también recibió los ánimos del lehendakari Iñigo Urkullu y del Diputado general de Bizkaia José Luis Bilbao en vestuarios, quiso salir un momento para agradecer el apoyo de los aficionados, que continuaron aplaudiendo al pelotari con todas sus fuerzas.

Agradecimiento recíproco

El homenaje final, y aunque tuviera que ser sin conseguir la ansiada txapela, llegó en la entrega de premios. Sacando fuerzas de flaqueza -físicas y sicológicas-, y ayudado por dos muletas, Pablito quiso estar presente en la coronación de Juan Martínez de Irujo y José Javier Zabaleta como nuevos campeones del Parejas. Los navarros, que se encargaron de ofrecer su apoyo al pelotari lesionado desde el primer momento, tuvieron su momento para la celebración -antes de irse a cenar a la sidrería La Runa de Iruñea- en una tarde muy triste por lo demás.

Pablito, muy emocionado, dedicó el trofeo a los pelotazales, que a su vez aprovecharon la ocasión para agradecer su esfuerzo y todas las grandes tardes de pelota que han podido disfrutar gracias a él, esperando que pueda haber muchas más en un futuro no muy lejano.

 

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