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Jesus González Pazos Miembro de Mugarik Gabe

Venezuela, hechos y no simples palabras

Según un informe de la ONU, Venezuela es el país menos desigual de la región en cuanto a las diferencias de renta de las personas, tras haber sido hace escasamente unos años el tercero más desigual. Estos son hechos y no deseos. Construidos por la fuerza de voluntad de un pueblo que da pasos hacia un sistema con mayor justicia social

Estas últimas semanas se ha escrito y hablado mucho sobre Venezuela. Ciertamente han sido meses muy intensos desde las últimas elecciones, ganadas una vez más por Hugo Chávez en octubre pasado, las semanas posteriores de operación y hospitalización en la lucha que mantuvo el presidente contra el cáncer, tiempo que se cierra el 5 de marzo con su muerte. Un capítulo más de este periodo precisamente se abre de forma inmediata con la convocatoria de elecciones que, tras una breve campaña, ha ganado Nicolás Maduro, una nueva victoria del proceso revolucionario, ahora con nueva dirección política.

Al momento de escribir este texto se está viviendo un nuevo episodio tras la no aceptación de la oposición de su derrota y los intentos subsiguientes de desestabilización, con asesinatos y heridos e incluso llamamientos al Ejército para que propicie un golpe de estado. Sin duda, toda una demostración del falso sentido democrático de esta oposición, el cual es respaldado de forma implícita o explícita por muchos gobiernos europeos y el estadounidense. Por el contrario, esta grave situación ha sido claramente rechazada por la práctica totalidad de los países latinoamericanos, quienes han reconocido la validez del proceso electoral en su totalidad (igual que muchos otros organismos internacionales) y, por lo tanto, al nuevo presidente. Pero no pretende ser este proceso electoral el objeto central de este texto.

Por contra, nos centraremos en otros aspectos igualmente importantes y generalmente ocultos en los documentos y crónicas que hablan sobre Venezuela, todos ellos pretendiendo analizar el proceso bolivariano, aunque realmente sirviendo a intereses políticos claramente identificables de acuerdo, básicamente, con los dos planteamientos ideológicos enfrentados hoy en el continente americano: el ya viejo proyecto neoliberal y el proyecto alternativo progresista. Prácticamente, todos esos análisis han girado las más de las veces en el campo de la demagogia y, muchos de estos también en el de los estereotipos. Esto último, sobre todo cuando el objetivo pretendido realmente es la descalificación del proceso de los últimos catorce años en la vida de Venezuela. Y en este papel ha desempeñado una actuación fundamental la tradicional clase política y la mayoría de los medios de comunicación, bien sean europeos, españoles o vascos.

Por esto mismo, ahora es importante y necesario sobrepasar el campo de la demagogia. Es momento de señalar y destacar algunos datos que, generalmente, se ocultan para esconder las transformaciones políticas, sociales y económicas que se han producido en este proceso en Venezuela. Porque los datos, sobre todo cuando son reconocidos y/o emitidos por organismos internacionales, poco o nada afines al Gobierno actual, se convierten en hechos innegables que aportan valiosamente a la discusión de las ideas y fijan certezas. Es posible que se pueda entrar en una «guerra de datos» o, mejor dicho, en un aumento de la lista, pero vayamos con algunos de los más importantes y, como se señalaba antes, aceptados por instancias internacionales digamos poco sospechosas de parcialidad hacia la llamada revolución bolivariana. Hablamos de organismos económicos como la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, órgano de las Naciones Unidas), o políticos como la OEA (Organización de Estados Americanos, tradicionalmente bajo el dominio de los EEUU). Todo esto nos permitirá medir mejor si las transformaciones están siendo reales y positivas para la mejora de las condiciones de vida de la mayoría de la población o solo para una minoría privilegiada. Vamos a ello, centrándonos en este texto en los datos económicos y dejando para otro momento los políticos y sociales.

Venezuela tiene una de sus fuentes principales de riqueza en las enormes reservas de petróleo, que constituyen las primeras a nivel mundial. Pero esto no es algo que haya sido descubierto ahora, al contrario, se explotaban ya desde hace décadas. Sin embargo, en esos años, anteriores a 1998 y a la llegada al Gobierno del expresidente Hugo Chávez, este país era, en gran medida debido al injusto reparto de la riqueza derivada de la explotación del petróleo, el tercer país más desigual de América Latina. En ese mismo año, el crecimiento económico del país era negativo en un 7%. La corrupción y la evasión fiscal, cotidiana y continua, suponía uno de los mayores problemas respecto a la enorme pérdida de divisas y riqueza. Y todo ello mientras prácticamente el 70% de la población era invisible tanto a efectos económicos como políticos y casi sociales; todo giraba en torno a la escasa pero muy rica clase alta. Eran los tiempos en los que famosos culebrones televisivos venezolanos nos mostraban, como si fuera extendido a toda la población, el altísimo nivel de vida de un escaso 10% que formaba la oligarquía, la clase dirigente tanto económica como política. Evidentemente, la gran mayoría de la población no vivía como mostraban estas teleseries, pero ese era el engaño dorado que se transmitía al mundo. Y esto incluía el hecho evidente de que las medidas de recortes, privatizaciones y ajustes estructurales que imponían el Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial en todo el continente latinoamericano tenían como uno de sus resultados más visibles el empobrecimiento continuo de cada vez mayores capas de población y la práctica desaparición de la siempre exigua clase media. Esta situación se daba pese, recordemos una vez más, a la enorme riqueza petrolera

Este era a grandes rasgos el panorama en 1998, el cual fue heredado por el proceso bolivariano y que normalmente se trata de ocultar en un ejercicio casi de pirueta circense como si nunca hubiera existido o como si los años anteriores hubieran sido de riqueza para toda la población y los problemas se hubieran producido en este nuevo tiempo.

Por el contrario sobre toda la situación descrita ha habido importantes e innegables cambios. La pobreza, que alcanzaba en 1999 al 49'4% (CEPAL), en el año 2010 se situaba en el 27'8%, habiéndose reducido casi el 50%. Para el caso de la extrema pobreza (menos de un dólar al día), ésta se redujo desde un 21'7% (1999) hasta el 10'7%, en 2010. El desempleo, si en 1999 afectaba al 18% de la población, ahora se sitúa en un escaso 6'4% (para nuestro país lo quisiéramos). Y en términos más globales, los datos indican que las tasas de crecimiento como media de estos últimos catorce años son del 4'3% y en 2012 del 5'8%. Y esto último pese a la huelga petrolera y patronal que sucedió al intento de golpe de estado contra el presidente Hugo Chávez en el año 2002, que pretendió hundir la economía del país (2003, crecimiento negativo del 10%) para conseguir la desestabilización política que propiciara un cambio de gobierno y el regreso a este de la oligarquía y la corrupta antigua clase política tradicional.

Es cierto, por otra parte, que hay problemas importantes a enfrentar en este campo de la economía como es, entre otros, la alta inflación, la evasión de capitales, la paralizante burocratización y el alto porcentaje de economía informal. La inflación se sitúa ahora en torno al 20%, aunque entre los años 1989 y 1998 alcanzó el 53%. Y la informalidad en la economía también sigue manteniendo tasas altas que es necesario seguir reduciendo para unas mejores condiciones de vida y trabajo de los sectores de población atrapados en esa informalidad.

Pero, en suma, se puede afirmar, como los datos demuestran, que el cambio del destino de los beneficios de la renta petrolera, de ser entregados al sector privado a dedicarlos a la inversión en los sectores sociales, ha producido verdaderas transformaciones positivas para la mayoría de la población. La salud se ha universalizado (crecimiento del gasto en este sector del 61% entre los años 2000 a 2010) y hoy llega hasta los espacios geográficos más recónditos de Venezuela. La UNESCO declaró en el año 2005 a este país libre de analfabetismo. Respecto a la construcción de viviendas, desde que se lanzó el proyecto en 2011 se han construido más de 293.000 unidades habitacionales, habiéndose fijado para este 2013 el reto de construir otras 380.000 viviendas, sin tener el espíritu de la conocida por aquí como burbuja inmobiliaria, y no se desahucia a nadie por no poder pagar hipotecas como en nuestro sistema.

Por último, señalar que Venezuela es hoy, según un informe de la ONU, y una vez más por la terquedad de los datos, el país menos desigual de la región en cuanto a las diferencias de renta de las personas, tras haber sido hace escasamente unos años el tercero más desigual. Todo esto supone un enorme esfuerzo del Estado y de su población por mejorar las condiciones de vida, la justicia y la redistribución de la riqueza hacia las mayorías. Esto son hechos y no deseos o simples elucubraciones interesadas. Hechos que sí han sido construidos por la fuerza de voluntad de un pueblo que sigue dando pasos hacia un sistema con una mayor justicia social. Este es el proceso, en su vertiente económica, de Venezuela y no las falsedades y manipulaciones que se pretenden en estos días.

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