Raimundo Fitero
Accidentes
La circunstancia televisiva de tener que ver al presunto Mariano Rajoy con un gabán corto esperando a las autoridades que le visitan en tierra reconquistada de la Alhambra, nos despierta toda una suerte de viajes al futuro, pero pasando por el presente. La imagen del señor que mece la cuna económica de Angela Merkel en silla de ruedas, nos alienta un frenesí novelesco. Los resúmenes de esas reuniones son escupitajos contra la realidad, como alguien que quiere borrar con saliva un escrito hecho con letras indelebles. Buscan minutos de pausa, no de acción política.
Y como resulta que el caso Bárcenas ha bajado de intensidad informativa, pese a las noticias de que los peritos policiales aseguran que es su letra en sus famosos papeles, aparece Álvaro Lapuerta, ex tesorero de la misma banda al que se le vincula en los propios papeles, convertido en noticia porque ha sufrido un accidente doméstico que, al parecer, lo ha dejado en coma. Lo que faltaba para completar el ambiente novelesco. En todos estos casos de corrupción, de asaltos a boletín oficial armado, de prebendas, comisiones y sobresueldos, era necesario un detalle de este tipo.
Porque en estos momentos el fuego amigo está empezando a disparar con saña contra el desgobierno, contra ese grupo de incapaces que no responden a otra consigna política que la de sobrevivir, intentando destruir todo lo que se ha logrado en los últimos treinta años. Es una situación insostenible, que alcanza su máxima expresión de inutilidad al pedir el tipo del gabán paciencia. Muy difícil de superar la sensación de deriva e inoperancia que transmite el registrador Rajoy y sus bedeles.
Aunque la verdad es que hace muchos esfuerzos Iñigo Urkullu para superarlo. No se puede demostrar más debilidad política e incapacidad de gestión y gobernación en menos tiempo. Son una pareja ideal, que al parecer Rajoy y Urkullu, al decir de este último, mantienen la misma idea de país, solamente falta que López se ponga de faralaes para completar el cuadro de la incompetencia. Estos supuestos gobernantes actuales son accidentes políticos que causan muchas heridas democráticas de difícil curación y mucha desazón ciudadana.