Asier Blas | politólogo y profesor de la UPV-EHU
A vueltas con Kosovo
El 17-04-2013 GARA publicó un artículo de Gabirel Ezkurdia en el que contesta a otro que yo escribí previamente. Me sorprendió ver que antes de empezar a argumentar optó por desacreditarme diciendo que apenas trato el tema de Kosovo. Él sabrá por qué antes de presentar sus argumentos tiene que tratar de condicionar al lector desacreditando al que va a criticar por su supuesta trayectoria y no por lo que dice. No voy a discutir sobre los derechos que le corresponden a la población de Kosovo, ya que en lo fundamental considero que compartimos la misma opinión. Desde el 6-5-1999, cuando GARA publicó mi artículo «Kosova eta Balkanen independentziaren alde» (era un estudiante de carrera que nunca había utilizado internet y que envío su escrito por correo ordinario), siempre he defendido públicamente el derecho a la autodeterminación de Kosovo y he creído que la mejor solución para el conflicto de este territorio era la independencia.
Historia. Sabemos que es objeto de controversia, y más aún cuando nos retrotraemos a pasados tan lejanos como al que nos ha querido trasladar Ezkurdia. Sobre las comparaciones que hace entre Kosovo y Navarra, simplemente que el lector juzgue. En mi caso soy escéptico sobre las argumentaciones historicistas de los nacionalistas serbios y albaneses. Ezkurdia nos dice que los albaneses son los descendientes de los ilirios, porque hablan una lengua que tiene una discutida conexión en su origen con la iliria. Bien, el reino de los ilirios era más o menos lo que hoy es Albania, Montenegro y partes de Grecia, Macedonia y Croacia. En lo que hoy es Kosovo estaba el reino de los dárdanos. Existe una discusión política con extensión académica sobre quiénes eran los dárdanos. Desde el nacionalismo albanés se dice que son descendientes directos de los ilirios, desde el nacionalismo serbio se dice que eran una mezcla entre tracios e ilirios.
Fuera como fuera, está claro que los ilirios algo tenían que ver con los dárdanos. Más difícil es la conexión directa con los albaneses, pero démosla por buena, admitamos la versión del nacionalismo albanés y vayamos a un libro al que Ezkurdia ayudó: «Para entender el Conflicto de Kosova» de Carlos Taibo. Aquí se dice literalmente: «(la historiografía albanesa) señala que los albaneses, descendientes directos de los ilirios, se vieron obligados a retroceder -en virtud de las invasiones eslavas- hacia las zonas costeras a partir del siglo VI después de Cristo, pero regresaron a su tierra, bajo la protección del Islam, en los siglos XV y XVI». Prácticamente mil años después, ¿no es excesivo para argumentar la propiedad exclusiva de una tierra? ¿Si los árabes vuelven al País Valencià tendrán argumentación historicista para reivindicar que no es parte de los Països Catalans porque fue invadido por la Corona de Aragón que lo colonizó con población catalana? Por lo demás, entiéndase que cuando dicen los nacionalistas albaneses «bajo la protección del Islam» es un eufemismo de bajo la protección de la ocupación militar otomana. Eso sí, los censos otomanos dicen que más del 90% de los habitantes eran serbios. La versión de los serbios cuenta que los albaneses se formaron por el cruce entre restos de diferentes pueblos, incluidos los ilirios, y que su presencia en Kosovo fue marginal. Según éstos las cosas cambiaron poco hasta el siglo XVII y XVIII, cuando gracias a la colaboración entre albanes y otomanos se extendieron las colonizaciones albanesas.
Fuera como fuese, versión albanesa, serbia o mixta, la realidad es que Kosovo en el siglo XIX y XX era un territorio plurinacional poblado principalmente por albaneses y serbios. La lucha entre ambos nacionalismos ha tenido guerras de alta y baja intensidad, con víctimas y agresores en ambos bandos y con una versión más suave como guerra demográfica: ha habido intentos de (re)colonizaciones por ambas partes y, finalmente, la victoria fue de los albaneses que le dieron la vuelta a la demografía del territorio gracias, sobre todo, a su extraordinaria alta natalidad (la más grande de toda Europa). Los albaneses en Kosovo pasaron de tener una población de 498.244 en 1948 a 1.226.736 en 1981 (datos del Ministerio de Servicios Públicos del Estado de Kosovo).
Mi crítica a GARA es sobre el tratamiento que ha dispensado en el aniversario de la proclamación del Estado kosovar con omisiones como la limpieza étnica contra las minorías o con una construcción interesada del lenguaje informativo. Éste no es inocente, condiciona la comunicación y refleja una cosmovisión como forma de situarse ante los hechos y conflictos, es decir, el lenguaje no sólo expresa el mundo, sino que ayuda a darle forma y a crearlo.
Como ejemplo ponía el artículo de Pablo González publicado en las sección Mundua: «Serbios en Kosovo, de agresores a agredidos y, actualmente, a rehenes de Belgrado». El autor en este y otros artículos, se refiere a los albaneses como «albanokosovares» y, en cambio, cuando habla de los serbios de Kosovo los denomina como «serbios». Esta línea alcanzaba su máxima expresión en el título del mencionado artículo: «Serbios en Kosovo». «en» es una preposición que indica en qué lugar y, por lo tanto, es dinámica, los serbios están «en» Kosovo, pero también están «en» Zurich y podrían algún día estar «en» Afganistán como lo están los estadounidenses, aunque estos últimos no son «de» Afganistán. La preposición «en» tiene resonancias que en la práctica interpretativa distancia del lugar geográfico Kosovo a los serbios que allí habitan. En cambio, la preposición «de» denota pertenencia, procedencia, no es dinámica, es estable y en este caso hubiese conectado directamente al territorio kosovar y los serbios.
Segundo, el titular dice que los serbios han sido «agresores» y ahora «agredidos». ¿Dónde empiezan los tiempos para determinarlo? Históricamente los serbios de Kosovo también han sido agredidos en muchas ocasiones, esto era lo que trataba de exponer en mi anterior artículo. Además, si los serbios son «agredidos» habrá que decir quiénes los agreden y no omitirlo.
Tercero, en los artículos de González sistemáticamente y en el de Ezkurdia se cita a Kosovo como una nación. No existe tal nación ni existe una nacionalidad asociada a esta, Kosovo es una denominación de un territorio que ha tenido diferentes institucionalizaciones, eso sí, históricamente considerado por los serbios como parte de Serbia y por los albaneses como parte de Albania. ¿Se imaginan ustedes a este diario utilizando la denominación «nación española» para denominar al «Estado español»? Imagínense que dice hablando del Gobierno español: «el gobierno de la vieja nación decidió...». Raro, ¿verdad? Pues al menos España se denomina a sí misma como nación y existe población que siente formar parte de ésta, en cambio, en el caso de Kosovo este estado no se denomina a sí mismo como una nación (Constitución de Kosovo: art. 1: «la República de Kosovo es un Estado independiente, soberano, democrático, único e indivisible»; Art. 2: «la República de Kosovo es un Estado de sus ciudadanos»).
Finalizaré con otro botón de muestra, en este caso de la información firmada por el responsable de la sección internacional de GARA el 23-04-3013 con motivo del acuerdo Kosovo-Serbia: «el Gobierno de Belgrado, donde rige una coalición entre los panserbios del SRS y los herederos del finado ex presidente Slobodan Milosevic». Primero, el SRS no está en el gobierno, el partido que gobierna en coalición con los socialistas es el Partido Progresista Serbio (nacionalista y conservador), una escisión moderada del SRS que se presentó en coalición con, entre otros, partidos de las minorías bosníaca y romaní. ¿Panserbios? Estoy por ver cuando GARA adjetiva a las CUP como pancatalanistas. Segundo, bien está decir que el Partido Socialista son los «herederos de Milosevic», pero lo increíble es que se omita el nombre del partido (Socialista de Serbia). De tal manera que el lector acaba el artículo y no sabe quién está gobernando en Serbia, pero eso sí, ya ha recibido un par de adjetivaciones negativas del Gobierno, porque el gatillo de (des)calificativos para los serbios siempre está suelto.