ONU: «alimentar a la fuerza a presos en Guantánamo es inaceptable»
Horas después de que el presidente de EEUU, Barack Obama, renovara su largamente incumplido compromiso de cerrar Guantánamo, la Alta Comisaría de Derechos Humanos de la ONU le recordaba que la alimentación forzosa de los prisioneros «no es nunca aceptable». Organizaciones de derechos humanos urgen a Obama a que actúe ya y le instan a que no se escude en las trabas de la oposición republicana.
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La alimentación forzosa de presos, una práctica en curso en la prisión estadounidense de Guantánamo (Cuba), donde un centenar largo de prisioneros se han declarado en huelga de hambre «no es nunca aceptable», recordó un portavoz de la Alta Comisaría de Derechos Humanos de la ONU. «Siendo un acto de tortura y de trato degradante y doloroso, está prohibido por la legalidad internacional», señaló tajante Rupert Colville, en referencia a la Convención contra la Tortura y otras Penas o Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes».
Sobre la cuestión de la alimentación forzosa, la legalidad internacional sigue las directrices de la Asociación Médica Mundial (AMM), organización internacional de medicina fundada en 1947 para asegurar el cumplimiento estricto de las normas éticas y de tratamiento y que cuenta a EEUU entre su centenar de países firmantes.
Y el portavoz de la ONU fue rotundo al respecto. «Incluso si tuviera un objetivo caritativo, la alimentación acompañada de amenazas, de coacción o del recurso a la fuerza y a la inmovilización física, es una forma de tratamiento inhumano y degradante», insistió. La AMM señala que la alimentación forzosa de detenidos para intimidarlos o para forzar a otros compañeros en huelga de hambre a cesar en su protesta es inaceptable y solo establece dos excepciones: que el huelguista lo acepte o que, privado de sus capacidades, no haya dejado instrucciones precisas basadas en su libre albedrío.
Sondas nasogástricas
Del total de 166 prisioneros en Guantánamo, todos menos seis sin cargos ni perspectivas de juicio, entre un centenar (según cifras de los carceleros) y 130 (según el balance ofrecido por los abogados) están en huelga de hambre en una protesta extrema que ha entrado ya en la duodécima semana. Y 21 de ellos son alimentados a la fuerza por sondas nasogástricas.
Y el movimiento va a más. En un intento de impedir la muerte inminente de alguno o algunos de ellos, un equipo de personal médico de la US Navy, cerca de medio centenar de personas incluyendo a enfermeras y especialistas, fueron enviados de refuerzo a Guantánamo el pasado fin de semana. El teniente-coronel Samuel House, portavoz del centro de detención, confirmó que el envío de refuerzos «se previó hace semanas ante el creciente número de detenidos que han optado por denunciar su encarcelamiento».
Cuatro, a punto de morir
«Ellos tienen derecho a protestar, y nuestra misión es ofrecerles un ambiente sano, humano y seguro, por lo que no les dejaremos morir de hambre», señaló el militar, que negó que cuatro de los prisioneros estén a punto de morir. Entre ellos, y siempre según el periodista británico y experto en Guantánamo Andy Worrthington, estaría Jiali Gul, un afgano que forma parte de los 86 prisioneros que, según las propias autoridades estadounidenses, podrían ser liberados o devueltos a su país de origen en ausencia de elementos de acusación en su contra.
Cincuenta y cinco de los detenidos han sido ya calificados como inmediatamente liberables. El mayor contingente lo forman decenas de yemeníes, a los que se impuso una moratoria en su repatriación desde el atentado frustrado de un avión con destino a Detroit en diciembre de 2009 y porque el acusado habría «confesado» tener vínculos con clérigos de ese país árabe.
Solo nueve de los 779 prisioneros que han pasado por Guantánamo han sido condenados o procesados.
Entre un centenar y 130 de los 166 prisioneros actualmente en Guantánamo mantienen la huelga de hambre. Veintiuno de ellos están siendo alimentados a la fuerza.
De los 779 prisioneros que han pasado por Guantánamo, solo nueve han sido procesados o condenados, y están ahora encarcelados en prisiones de alta seguridad en territorio estadounidense.
Andrea Prasow, de Human Rights Watch, advirtió de que la muerte de algún prisionero en Guantánamo «sería una crisis de proporciones gigantescas» tanto a nivel humanitario como desde la perspectiva de la seguridad nacional, «porque sería percibido en el exterior como una responsabilidad directa de nuestro Gobierno». HRW saludó el anuncio de Obama, pero le urgió a actuar rápidamente y denunció la alimentación forzosa de prisioneros «porque agrava el daño y la injusticia de un centro de detención sin cargos ni juicio».
El director de Amnesty International para EEUU, Zeke Johnson, celebró que Obama haya reafirmado su compromiso de cierre, pero le instó a dar pasos concretos, como llevar el asunto al Congreso y nombrar un equipo de alto nivel que se encargue del cierre definitivo de Guantánamo iniciando el traslado de los presos absueltos o cuyos cargos han sido retirados a los países que han aceptado recibirlos.
El Centro de Defensa de los Derechos Constitucionales acusó a Obama de utilizar el veto del Congreso como una excusa «cuando si es verdad que le atan una mano él se ata voluntariamente la otra» en esta cuestión. GARA