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Haruki Murakami: «Escribir es como bajar al segundo subsuelo oscuro del alma»

Amante del jazz y de la cultura popular, corredor de maratones y alérgico a la fama, Haruki Murakami ha pasado de ser autor de culto en su país a literato de prestigio y grandes ventas en todo el mundo. Ayer hacía una aparición sorpresa.

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A.E. | DONOSTIA

Escribir una novela es como bajar al segundo piso de un sótano muy oscuro donde no sabes si te esperan buenas noticias o no. Así es como vive la experiencia el escritor japonés contemporáneo más famoso, Haruki Murakami (Kioto, 1949), quien realizó ayer una inusual aparición pública. Alérgico a las entrevistas -en los últimos años las que ha concedido se pueden contar con los dedos de una mano-, Murakami tampoco es dado a las presentaciones públicas, aunque vaya en contradicción con sus etapas de profesor invitado en diversas universidades norteamericanas. Por eso, la charla que ofreció ayer en la Universidad de Kioto resultó una auténtica rareza.

«Para crear, los novelistas y los músicos deben descender una escalera desde la que encontrar el pasillo que les conduzca al segundo subsuelo más oscuro», dijo ayer usando una metáfora en la que comparaba un edificio con el alma. Según France Press, unos 500 seguidores que habían ganado su invitación en un sorteo asistieron a esta sesión especial en la Universidad de Kioto, en el que fue el primer discurso público del autor en Japón en los últimos 18 años. Se «toleró» la presencia de periodistas, pero no se les permitió grabar sus palabras ni tomar fotografías. Titulada «Ver el alma y escribir», la charla la dedicó a amigo ya fallecido, el sicólogo Hayao Kawai.

Vestido con ropa informal, zapatillas de deporte y una imagen muy juvenil para su edad -a sus 64 años es un experto maratoniano-, Murakami justificó sus escasas apariciones públicas porque quiere defender su privacidad y poder caminar tranquilamente por la calle, sin que le reconozcan ni le paren. «Por favor, considérenme como una especie en peligro de extinción y conténtense con observarme de lejos (...). Si alguna vez intentan hablar conmigo o tocarme, puedo asustarme y morderles, Así que, por favor, tengan cuidado», bromeó con el público.

Colores y libros

La conferencia se produjo un mes después de la aparición de «El descolorido Tsukuru Tazaki y sus años de peregrinación», su primera novela después de la trilogía «1Q84», que fue lanzada en 2010 en Japón y le aupó a lo más alto de las listas de ventas, con su autor como firme candidato a premios como el Nobel de Literatura y sus obras traducidas a cuarenta idiomas. «El descolorido Tsukuru Tazaki y sus años de peregrinación» ha salido en Japón con una tirada inicial de medio millón de ejemplares en cuatro ediciones y, en sus 370 páginas, narra la historia de Tsukuru, un arquitecto de 36 años que trabaja diseñando estaciones de tren en la inabarcable Tokio. El protagonista lleva a cabo un peregrinaje no solo introspectivo sino físico, al regresar a su ciudad natal, a las afueras de Nagoya (centro del país), para reconciliarse con su grupo de amigos, que comparten entre ellos la particularidad de tener apellidos que representan colores. Él es Tsukuru (descolorido) y el amor le ayuda a recuperarse.

Ayer Murakami afirmó haber experimentado algo similar. «Cuando uno está realmente mal, lo que desea es esconder el trauma a los ojos de los demás y tratar de ir más allá, pero no es fácil». Recordó cuando entrevistó a una joven que había perdido a su marido en el ataque con gas sarín realizado por miembros de secta Aum en el metro de Tokio en 1995. «Como una media hora más tarde, ya en el tren, noté que las lágrimas me subían a los ojos. No pude dejar de llorar durante aproximadamente una hora».

Autor de la tristeza para algunos, él no lo ve así: «Hay gente que me dice que ha llorado al leer mis novelas, pero lo cierto es que me hace mucho más feliz si me dicen que les provoqué la risa. La tristeza es algo muy personal, más introspectivo. Pero la risa, que es algo más general, se propaga entre las personas», apuntó este autor que encabezó en 2012 de nuevo las quinielas para hacerse con el Nobel de Literatura.

En euskara, el único libro suyo que ha sido traducido es «After dark» (2004) como «Gauaren sakonean» (Ibon Uribarri; Erein, 2009). En castellano, el pasado mes de febrero salió «Después del terremoto» (Tusquets, 2013), publicado en Japón en el 2000, y que recoge un conjunto de relatos sobre el terremoto que en 1995 asoló la ciudad nipona costera de Kobe, en la que Murakami vivió la mayor parte de su niñez hasta que se mudó a Tokio para estudiar en la universidad de Waseda.

PREMIOS

Murakami («1Q84») y Houellebecq («El mapa y el territorio») suenan como los candidatos más firmes a ganar el premio IMPAC de Dublín, uno de los más dotados del mundo: 100.000 euros de premio. La respuesta, en junio.

PRIVACIDAD

«Quiero que piensen en mí como una especie en peligro de extinción, que está bien para mirarme desde lejos, pero cuidado, porque puedo morder si te acercas a hablar conmigo o me tocas», bromeó el escritor con sus lectores.

En píldoras

«Si lees solo los libros que todos los demás están leyendo, solo pensarás lo que los demás estén pensando». Mensaje colgado en su cuenta de twitter el 4 de abril pasado.

«Lo bueno de maratones es la falta de competitividad. Para los corredores de élite puede ser un motivo de gran rivalidad, por supuesto. Pero para un corredor como yo (y me imagino que afecta a la mayoría de los corredores), uno normal cuyos tiempos no son nada especiales, un maratón no es una competición (...). Hay un sentimiento de solidaridad y unidad que te lleva todo el camino hasta la línea de meta. Si un maratón es una batalla, es una que debes librar contra tí mismo» (Artículo publicado en el «New Yorker» antes del maratón de Boston. Lo ha corrido seis veces).

«Decidí ser escritor el 1 de abril de 1978 a las 13.30 horas. Estaba viendo un partido de béisbol en el estadio Jingo de Tokio, con una cerveza en la mano y un sol abrasador. En el instante en que Dave Hilton hizo una jugada perfecta, supe que iba a escribir una novela. Yo era un tío normal que de un día para otro comenzó a escribir; un lector apasionado que se puso a contar historias». Extracto de su biografía «De qué hablo cuando hablo de correr» (2010). A.E.

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