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El destinatario del mensaje de Tel Aviv

Dabid LAZKANOITURBURU

Eel Estado israelí no da nunca puntada sin hilo. Y la irrupción de su Ejército (Tsahal) en la crisis siria con sus ilegales (¿dónde está la ONU?) bombardeos contra objetivos sirios responde a un guión y a unos objetivos. El problema reside en discernir cuál y/o cuáles.

Los que llevaban dos años anunciando una agresión que no acababa de llegar lo tienen clarísimo. Estamos ante la prueba de que Israel está detrás de la situación que sufre Siria.

Es evidente que el Gobierno sirio es el destinatario (y víctima) del mensaje israelí. Lo que no quiere decir que sea el único ni, me temo, el más importante. Con su criminal acción, Tel Aviv manda asimismo un recado a los rebeldes armados en el sentido de que no consentirá que Siria se le desmadre. Menos cuando los informes de la ONU dan la razón a Israel sobre su temor a que el armamento sirio (también químico) caiga (o haya caído) en manos no deseadas y menos «responsables» que las del bravucón pero comedido régimen de Al-Assad.

El mensaje tiene otro destinatario en Hizbullah, cuyo líder, Hassan Nasrallah, advertía la semana pasada de que tratará de apoyar por todos sus medios a su aliado de Damasco. Israel le ha recordado que vigila todos y cada uno de los movimientos de la resistencia libanesa.

Finalmente, Israel utiliza el suelo sirio para reiterar que su objetivo sigue siendo Irán, que celebra elecciones presidenciales en un mes, y su objetivo de disputarle su condición exclusiva de potencia nuclear regional.

Pero no es Teherán el destinatario de este telegrama con bombas, sino el propio Obama, renuente a intervenir en el avispero de Oriente Medio. Israel le recuerda que tiene su agenda y sus «necesidades de seguridad». Y que hará lo que sea para apuntalarlas

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