ENSAYO
Identidad, igualdad, sexo y género
Iñaki URDANIBIA
Vaya por delante que nos hallamos ante un libro de gran interés por la(s) temática(s) explorada(s), y lo digo de entrada a pesar de lo que luego afirmaré. El eje sobre el que se vertebra el ensayo de Nancy Huston, autora de muy interesantes novelas (me viene a la mente, por ejemplo, la que por acá fue traducida como «Marcas de nacimiento»), es el que separa y une biología y cultura, identidad e igualdad, innatismo y aprendizaje, construcción y esencia, referido a los sexos y al género.
El innegable interés de la obra reside en el terreno, más bien los terrenos visitados, a lo largo del libro. Otra cosa será la visión que se tenga con respecto a los temas abordados y la manera de hacerlo. Por decirlo claramente -según mi punto de vista, obviamente- la táctica seguida por la autora es la de crear una visión ad hoc de las posturas que para ella resultan criticables para luego rechazarlas con el fin de reafirmar su posición; es decir, lo que podría calificarse como CQFD (ce qu´il fallait démontrer, lo que es necesario demostrar). Es el método falaz de poner en boca de otros aquello que no parece que sea realmente lo que ellos afirman y así la descalificación resulta fácil. A mi modo de ver la mirada de la canadiense, instalada hace años en el Estado francés, es sagaz y recorre aspectos que son dignos de tener en cuenta sin dar por válido lo que habitualmente se mantiene, siguiendo el peso de las «verdades heredadas» que en ocasiones, qué duda cabe, no hacen sino vender visiones como si fueran la verdad pura amén lo que da como resultado el impedir el debate y la crítica; desde este punto de vista las cuestiones discutidas, y rechazadas, por Nancy Huston resultan de sumo interés como ya he señalado, ya que abren -y no es un mérito menor de su empeño- el terreno de la duda, de la confrontación de ideas.
Una discusión pormenorizada de lo que ella afirma exigiría más precisión y, en consecuencia, más espacio y detenimiento. No dándose el caso me permitiré ser esquemático. Parte la autora de la tesis de que hoy en día la defensa de la igualdad entre sexos hace olvidar que somos mamíferos, biológicamente determinados, y como tales se da, en los humanos, una diferencia a la hora de mirar, de desear, de cortejar y de campanearse. En sus argumentaciones descalificadoras se refiere con indisimulada hostilidad a ciertas afirmaciones feministas, antropológicas (¡ay Françoise Héritier!), filosóficas (su interpretación de algunas afirmaciones de Simone de Beauvoir, sobre el que no se nace sino que se hace, o de Jean-Paul Sartre, sobre la mirada, por ejemplo, rozan la simplificación infantiloide), o todavía sus menciones acerca de Freud o de Lacan (sus puntualizaciones sobre la «fase del espejo» son de traca)... no hacen otra cosa que, a modo de ejemplo, mostrar un espíritu ordenancista (en la onda del rétour à l´ordre imperante), tarea en la que desde hace tiempo está embarcada junto a su compañero Tzvetan Todorov,
Nada digamos con respecto a sus embestidas hacia los gender studies, los homosexuales, las tendencias queer u otras posturas discordantes. El uso de cierta brocha gorda la realiza recurriendo a su propia vida, a textos antropológicos, literarios, o trabajos de campo y/o cinematográficos, lo cual hace que el repaso, de casos y cosas, resulte de innegable interés, a pesar de los acuerdos o desacuerdos, debido a los amplios terrenos transitados y discutidos. El mirar deseante masculino frente al ser mirada de las féminas... diferencias guiadas por ciertas marcas innatas encauzadas por las necesidades biológicas de reproducir la especie... y la predicada igualdad, en franca contradicción con la tendencia al impuesto, y casi obligatorio y diferencial, embellecimiento femenino.
¡Un libro que abre las puertas, de par en par, al debate, y a la deseable clarificación, y, en algunos casos, a las ampollas del mosqueo inevitable, o posible!