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Los rojiblancos evidenciaron no estar preparados para situaciones límite

Aquella ansiedad de Bucarest es alargada

Hace un año Bielsa habló de «falta de madurez» y en la previa ante el Mallorca de «poner a prueba la supuesta evolución que yo observo» en el equipo.

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Joseba VIVANCO

«Observo una evolución muy marcada en el equipo y el escenario a resolver es una dificultad que va a poner a prueba la supuesta evolución que yo observo». Seguro que les suena, son las palabras pronunciadas por Marcelo Bielsa en la previa del partido ante el Mallorca, el mismo sobre el que el técnico argentino no pudo evitar reconocer que sufrió mucho. Confiaba como toda la afición en otro paso más adelante de los rojiblancos, pero se encontró con un equipo que, salvando las honrosas excepciones de gente como Iraola, por ese poso que le da la veteranía, al resto le pudieron las circunstancias, la ansiedad, la presión de tener el premio a apenas 90 minutos y que las canillas le tiemblen como a un primerizo. Y salvando las distancias por lo que se jugaban pero no tanto por la trascendencia del partido, nos recordó la `pájara' mental que a los leones les entró hace algo más de un año, en aquella final de Bucarest de tan infausto recuerdo.

La opinión generalizada por la que los jugadores perdieron la final europea antes de salir al campo es que la presión les pudo, la historia fue una losa demasiada pesada para sus frágiles espaldas, les temblaron las piernas, en definitiva. Marcelo Bielsa, en aquella inolvidable comparecencia de prensa con las polémicas obras de Lezama de por medio, tuvo tiempo para analizar aquella «profunda vergüenza» que el técnico sintió tras perder las dos finales. «¿No hemos crecido lo suficiente o es que no estábamos a la altura?», preguntó en voz alta el rosarino. «Yo dije que todavía no maduramos», se contestó a sí mismo.

Habrá quien recuerde pruebas de vida donde se demostró carácter como la de Old Trafford o la semifinal en Bilbo ante el Sporting de Portugal, pero tampoco hay que olvidar que ante el Schalke en la ida se estuvo en un tris de decir adiós a la eliminatoria y qué decir del partido en Lisboa, donde a los rojiblancos les salvó la campana tras estar contra las cuerdas, incluso si me apuran el segundo tiempo en Moscú ante el Lokomotiv. La suerte necesaria para plantarse en una final continental cayó del lado bilbaino.

Un año después, todo apunta a que este equipo sigue estando verde para afrontar situaciones límite. Lo demostró en Bucarest y lo evidenció el sábado ante un Mallorca que con el agua al cuello demostró más oficio. Que ni con todo a favor, público, marcador, penalti y un jugador más los jugadores se tranquilizaran o alguien desde dentro del campo diera un puñetazo sobre la hierba, no tiene explicación. No es de extrañar que jugadores como Gurpegi o Aduriz -uno de los más autocríticos consigo mismo y con los suyos-, se mostraran especialmente molestos por la imagen dada en un San Mamés abarrotado y en una tarde que se esperaba de fútbol.

Ganaron, prácticamente se salvaron, pero lo visto sobre el césped de La Catedral no fue de recibo. «Partidos como éste ante el Mallorca son de esos en los que lo que le pide el cuerpo al sufrido aficionado rojiblanco es bajar al campo y correr a boinazos a sus jugadores para ver si así espabilan», escribía el periodista Juan Carlos Latxaga en su blog Juego de cabeza. Y no le faltaba razón.

Nuevos liderazgos

Un equipo en crecimiento, comprensible dada su edad media, dado el bagaje de la mayoría de jugadores, pero varios de ellos con bastantes partidos en sus piernas y, lo que es peor, con algunos jugadores a los que se supone que cuando debieran dar un paso al frente más allá de la sala de prensa, desaparecen como los demás. Con la salida próxima de Llorente o Amorebieta, con otros como Iraola y Gurpegi enfilando el final de su carrera, este equipo empieza a necesitar de nuevos líderes en el vestuario, gente que se haga oir, gente como Iturraspe, Susaeta, que decididamente quieran tirar del carro y se lo crean.

Esta temporada la plantilla se quedó huérfana de pilares, los Javi Martínez, Llorente y Amorebieta, y lo notó. La marejada interna, la puesta en solfa de la fidelidad a un sentimiento, a un club, deberá servir para que los que realmente quieran quedarse hasta el final tomen las riendas, guíen a esas excelentes camadas que vienen por detrás pisando fuerte y ayuden, que diría Bielsa, a madurar a este equipo aún en construcción.

iraola, la quinta

Andoni Iraola vio la quinta tarjeta amarilla, casi al final del partido y sin que pareciera provocada, con lo que se perderá el choque en Zaragoza, pero no así el último oficial en San Mamés ante el Levante.

veteranos

El Athletic se impuso este fin de semana 4-1 a la Cultural Leonesa en la final de la Liga Norte de Veteranos, jugada en Zamudio. Los tantos rojiblancos fueron conseguidos por Joseba Etxeberria y Bolo, dos cada uno.

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