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Raimundo Fitero

Una voz

 

Constantino Romero nos ha acompañado audiovisualmente durante más de cuarenta años. Desde este rincón le hemos recriminado en sus tiempos de figura radiofónica y televisiva en RTVE, que siguiera prestando su voz para decenas de anuncios publicitarios que en ocasiones se emitían, precisamente, durante la emisión de sus programas para ganar en efectividad. Por estatuto estaba (¿sigue estando?) prohibido ceder la imagen, pero no la voz, y si algo era intransferible en este actor y presentador era su voz.

La cuestión del doblaje de películas es un asunto mayor, estructural, una batalla perdida para quienes reclamamos la versión original y el subtitulado, pero de hacerse que se haga bien, y justamente él era de los mejores. No solo por la incuestionable calidad de su voz, sino porque interpretaba, dentro de los cánones asépticos del doblaje español, lo que le confería mayor entidad a los personajes.

Lo que sucedía es que como durante muchos años prestó su voz a actores principales de las industrias más potentes, la acumulación de sus trabajos producía en ocasiones una saturación, cuando no confusión. En los obituarios que hoy abren muchos informativos se recuerda que es inseparable de Clint Eastwood, quien quedó gratamente sorprendido al verse doblado por Romero. Innumerables actores y personajes, eslóganes publicitarios, su voz nos ha inducido a beber espiritosos, a comer queso manchego, era nacido en Albacete, a dormir en unos colchones de nombre rimbombante y numerosas tentaciones más de consumo diverso.

En televisión se le recuerda por ser el presentador y animador de «El tiempo es oro» un gran concurso en el que se fomentaba el uso de los diccionarios y que alcanzó buenísimas audiencias. Pasó por otros concursos, condujo espectáculos de entretenimiento con soltura, como aquella «Parodia Nacional», y numerosas intervenciones más en magazines, los últimos años en la televisión autonómica de Castilla-La Mancha. Pero es muy remarcable y significativa su carrera de actor de teatro, casi siempre en grandes musicales, donde demostró una gran presencia escénica que era el complemento perfecto de esa voz portentosa.

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