Sharif se prepara para una alianza de Gobierno, con el permiso del Ejército
Si los resultados preliminares se confirman, Nawaz Sharif, que fue derrocado por un golpe de Estado en 1999, encarcelado y exiliado, logró un sólido triunfo en las elecciones legislativas del sábado en Pakistán y se enfrenta al reto de formar un Gobierno estable capaz de implementar las medidas necesarias para resolver los graves problemas económicos y de seguridad en el país y de trabajar en colaboración con el Ejército, que supervisa el poder político.
GARA | ISLAMABAD
El ex primer ministro paquistaní Nawaz Sharif se disponía ayer a formar un nuevo Gobierno de coalición tras la victoria de su partido en los comicios del sábado, que estuvieron marcados por una alta participación -cercana al 60%- y algunos atentados atribuidos al Movimiento de los Talibanes de Pakistán (TTP), opuesto al proceso electoral.
Mientras el recuento avanza lentamente, la victoria de la Liga Musulmana de Pakistán-N (PML-N) adquiere mayor dimensión, ya que según algunos datos difundidos a media tarde de ayer habría obtenido al menos 118 de los 272 escaños. Sus más inmediatos adversarios, el Pakistan Tehrik-e-Insaf (PTI), deImran Khan, y el Partido Popular de Pakistán (PPP), de la familia Butho, estarían empatados con 32 escaños.
Sharif no habría conseguido suficientes escaños para gobernar en solitario, pero sí para evitar tener que coaligarse con sus principales rivales, y una alianza con dos fuerzas regionales aparece como la más probable, según analistas consultados por Efe.
Esas formaciones serían Jamiat Ulema-e-Islam (JUI-F), de la región noroccidental Khyber Pakhtunkhwa, cuya capital es Pashawar, y Muttahida Quami Move- ment (MQM), de Sind, la región cuya capital es Karachi. La primera de estas regiones está cerca de caer en manos del PTI, pero una eventual alianza de Sharif con la JUI-F inclinaría la balanza a favor de su partido. En Sind, feudo tradicional del PPP, el acercamiento del PML-N al MQM, le daría cierto control de la política local. Ambos partidos regionales parecen dispuestos a sellar ese acuerdo, lo que acercaría al partido de Sharif a la mayoría absoluta.
Sintonía con el Ejército
Imran Khan esperaba romper con décadas de dominio del PML-N y del PPP, partidos que han gobernado Pakistán siempre que el Ejército ha permitido gobiernos civiles, es decir, en 33 de los 66 años transcurridos desde la independencia del país, aunque el resto del tiempo ha determinado las decisiones clave en materia de seguridad y política exterior.
Asím el nuevo Ejecutivo deberá sintonizar con el Ejército, que supervisa al poder político en el país y ha dado tres golpes de Estado. El último en 1999 contra el dos veces primer ministro Sharif por tcesar al entonces jefe de las Fuerzas Armadas, general Pervez Musharraf, por invadir Cachemira. Fue sustituido por Musharraf, que se mantuvo en la Jefatura del Estado hasta 2008, cuando devolvió el poder a la clase política.
Desde entonces, el Ejército se ha mantenido en los cuarteles pero sin dejar de tener la última palabra en las decisiones más sensibles, y la incógnita se centra en su grado de entendimiento con Sharif una vez que este recupere la Jefatura del Gobierno.
En declaraciones a Efe, el analista y general retirado Talat Masud se mostró convencido de que «la relación será buena porque ambas partes se necesitan, tienen que trabajar juntas y han aprendido de experiencias anteriores que no han sido positivas».
Masud fue más lejos, y auguró que «el Ejército no va tener la misma preponderancia sobre la política, y su papel va a cambiar».
Para el portavoz de la red de observación civil de los comicios FAFEN Abdul Ahad, «el Ejercito se ha mostrado al menos neutral durante el proceso electoral», y lo atribuyó a que «ha comprendido que no deber cometer los errores del pasado». «El Ejército no está por más aventuras», zanjó.
«Líneas rojas»
En parecidos términos se expresó un diplomático europeo, que destacó que antes de las elecciones el jefe del Ejército, general Ashfaq Pervez Kiyani, dijo a los líderes políticos que los militares permitirán gobernar al Ejecutivo que salga de las urnas pero sin traspasar «determinadas líneas rojas» en cuestiones relacionadas con la lucha contra la violencia política, con implicaciones exteriores.
La fuente recordó que el último choque importante entre el poder político y el militar lo desencadenó hace dos años la muerte de Osama Bin Laden. Entonces se habló de «ruido de sables» debido al malestar del Ejército por la débil protesta del Gobierno ante la incursión estadounidense.
Pero la mayor tarea de Sharif será enfrentarse a un descontento generalizado por la corrupción endémica, los crónicos cortes de electricidad y una infraestructura en ruinas en una país de 180 millones de habitantes que posee un arsenal nuclear y es un aliado estratégico de Estados Unidos.
Probablemente, apoye negociar con los talibanes paquistaníes, aunque podría encontrarse con la resistencia del estamento militar.
El PPP, que gobernó la última legislatura, mantiene posibilidades de ser segunda fuerza, pero a una enorme distancia del PML-N, lo que pone en riesgo la aspiración del presidente, Asif Ali Zardari, de renovar su cargo, ya que Sharif no necesita su apoyo.