Asier Blas Profesor de Ciencias Políticas en la UPV-EHU
Una vez más Kosovo
El 6-5-2013 GARA publicaba un artículo de Dabi Lazkanoiturburu, en el que el responsable de la sección internacional ha estimado oportuno degradar el tono de la discusión sobre Kosovo llevándolo al aspecto personal, acusándome de tener «ansias de pasar por erudito» o «intentar lograr una audiencia para poder ir con la cabeza alta por los pasillos universitarios». La realidad es que la evolución del Estado kosovar y la situación de las minorías que allí viven no despierta ningún tipo de pasión en la UPV-EHU. Otra cuestión es que la política de los Balcanes sea una de mis aficiones. Ahora bien, me llama la atención que ante el planteamiento de una crítica argumentada, correcta o errónea, la respuesta sea la descalificación en varios niveles. Al nivel inferior de la descalificación personal no entraré, porque no conozco a Lazkanoiturburu y no tiene ningún sentido entrar en ello.
Una de las cosas que más perplejidad me crea es la reinterpretación de mis palabras para atribuirme aseveraciones que no he hecho. En esta ocasión Lazkanoiturburu dice que yo he acusado a Gabirel Ezkurdia de historicismo. ¿Dónde he hecho tal acusación? Simplemente he dicho que «sabemos que (la historia) es objeto de controversia, y más aún cuando nos retrotraemos a pasados tan lejanos como al que nos ha querido trasladar Ezkurdia», nada más y nada menos que a Antes de Cristo, cuando no existían las denominaciones de albaneses, serbios y Kosovo (por cierto, nombre este originariamente serbio). Una época de la que hay poca información. Sin embargo, no por ello he rehusado hablar de ello. A lo que añadía que «en mi caso soy escéptico sobre las argumentaciones historicistas de los nacionalistas serbios y albaneses», porque no creo que justifiquen la «legítima» propiedad exclusiva de Kosovo por parte de los serbios o los albaneses. Precisamente, es por ello que he incidido en ambos artículos en que la realidad contemporánea de Kosovo era endógenamente plurinacional. Es aquí donde se circunscribe mi intervención histórica, para mostrar que los serbios son habitantes tan autóctonos de Kosovo como lo son los albaneses y que en la pugna entre ambas nacionalidades por el control político del territorio los serbios también han sido agredidos con anterioridad.
Lazkanoituruburu añade: «otra cosa muy distinta es que, por no se sabe qué nostalgias o lecturas mal digeridas, tuviéramos que callar sobre los desmanes de Serbia, que han sido muchos, y no solo en Kosovo». Yo no he solicitado que callen sobre los desmanes (no en curso) de Serbia, simplemente he sugerido que tampoco se callen los desmanes (en curso) de algunos sectores albaneses de Kosovo. Por otra parte, hablo del presente en este país, donde la discusión no es si será un Estado o no; ese debate está superado. Las discusiones vigentes son, entre otras, la posibilidad del cierre de la etapa como protectorado de la OTAN y la UE, la discusión sobre cuál va a ser la estructura de ese Estado y cuál está siendo su comportamiento hasta la fecha. Referente a esto último hay motivos para ser crítico por su incapacidad o falta de voluntad de defender los derechos humanos de toda su ciudadanía. Las responsabilidades son compartidas con los organismos internacionales que dirigen el protectorado. Ahora bien, si el Estado kosovar hubiese actuado en defensa de las minorías étnicas de forma decidida podría haberse empoderado y legitimado ante la comunidad internacional y las minorías de Kosovo al mostrar capacidad de proteger a toda su ciudadanía sin distinción de etnia.
Otro aspecto que me ha sorprendido es ver que Lazkanoiturburu poco menos que se desentiende de las publicaciones de la sección internacional. Bien, mi crítica no era a un artículo de la sección de opinión donde evidentemente cada uno puede enfocar el tema como quiera, con mayor libertad de la que demanda el rigor informativo y una línea editorial coherente. Por cierto, parece que el responsable de la sección de internacional considera academicismo argumentos como la conveniencia de distinguir entre Nación y Estado, tal y como hace GARA para hablar del caso vasco. En cambio, ¿debemos entender que esto no se aplica a la sección internacional?
La segunda precisión. Lazkanoiturburu algo tendrá que ver en la decisión de publicar el artículo de controversia y los demás que han mantenido un lenguaje similar. Entiendo que es el responsable de internacional quien tiene capacidad de decidir si se publica o no el artículo, o si se sugieren cambios de lenguaje al autor del texto. En consecuencia, no parece descabellado deducir que GARA ofrece algún grado de sintonía con la línea que marcan los artículos comprados a un colaborador externo.
Sobre la utilización profusa de calificativos negativos para los serbios en comparación con el resto de nacionalidades, creo que ya he esgrimido suficientes argumentos respecto al quinto aniversario de la proclamación del Estado kosovar. No obstante, si GARA está dispuesto a ofrecer más espacio para que pueda explicarlo y analizarlo con más detalle y precisión lo haré para el último año. A pesar de ello, Lazkanoiturburu tiene razón en la puntualización que hace sobre la extensión generalizada de la crítica a la praxis de GARA. Es excesiva, toda vez que me baso en una impresión y no en datos empíricos. Ahora bien, lo mismo que me ocurre a mí con las impresiones le puede ocurrir también a Lazkanoiturburu, así que sería un bonito trabajo hacer un análisis de los últimos cinco años para ver cuál ha sido el tratamiento del conflicto kosovar.
Sobre la explicación que nos da en relación al uso de «pan-», ahí queda. No parece casualidad que Lazkanoiturburu, cuando cita a diferentes «pan-», omita citar el panalbanismo, ausente también como calificativo en las piezas informativas de esta sección; curioso, toda vez que hay sectores nacionalistas albaneses que reivindican para Albania territorios de mayoría albanesa (Kosovo y partes de Macedonia, Montenegro etc.) y donde son minoría (por ejemplo la capital de Montenegro o la de Macedonia). El uso de «pan-» yo lo restringiría a casos muy evidentes o argumentados, precisamente para clarificar. De lo contrario, ¿cómo denominamos al Partido Democrático de Serbia? ¿Panserbios al cuadrado? Y al Partido Radical Serbio, ¿panserbios al cubo? Sobre la CUP yo no la calificaría tampoco de pan(catalanista). Sin embargo, sobre pancatalanismo hablan y discuten con normalidad los independentistas catalanes. Al respecto se ha abierto un interesante debate a raíz de un artículo de David Jordi Llobet en el cual defiende la decisión de la Asamblea Nacional Catalana de no admitir en su seno a la ANC-Mallorca para evitar «qualsevol vel·leïtat pancatalanista». Pues bien, Lazkanoiturburu tirando del hilo catalán llega a presuponer que debo «tener problemas para distinguir entre lo que es un nacionalismo expansionista (...) de un nacionalismo reivindicativo» y finaliza que «si él no ve la diferencia tiene un problema (...) con una buena parte del país». Bonito colofón hacer ciencia ficción sobre lo que yo pienso para de esta manera acabar contraponiéndome en un ejercicio demagógico «a buena parte del país» (supongo que de Euskal Herria) del cual él ha decidido qué es lo que piensa también. Bien, si tener opiniones fundamentadas, equivocadas o acertadas, es constitutivo de tener problemas, yo no tengo uno o dos, tengo muchos.
Finalmente, quiero pensar que el artículo de Lazkanoiturburu no le retrata y, sin más, es producto de un mal día y/o la consecuencia de la tensión que parece acumular por otras críticas que ha recibido su sección. En su defensa se puede decir que la sección internacional de un diario es de las más difíciles por la extensión que abarca. Y más en los momentos actuales en los que la información fluye de forma multidireccional. Precisamente por esa dificultad que entraña creo que puede ser de ayuda tratar de ser más comedidos y cautelosos en los calificativos y cuidar el lenguaje para evitar críticas como las expuestas. Por supuesto, legítimamente GARA hará lo que estime oportuno. No obstante, quiero agradecerle al diario su buena disposición a darnos voz a todas las personas que queramos expresar una crítica. Gaizki esanak barkatu, eta ondo esanak gogoan hartu.