Maite SOROA | msoroa@gara.net
Mariano «el rojo»
La propuesta de Bruselas de crear «un contrato único» y la actitud del Mariano Rajoy frente a la misma fueron acogidas con división de opiniones en la caverna.
Para «La Razón», como es habitual, lo que haga Rajoy es lo más racional, responsable y genial. En uno de sus puntazos, aseguraba que el presidente del Gobierno español «aguanta entre Bruselas y la izquierda». Qué centrado, el hombre. Según afirmaba, «la izquierda española bombardea, un día sí y otro también, con la urgencia de que retire su reforma laboral. De Bruselas y Alemania, por su parete, se le apremia a que redoble los ajustes y profundice en la reforma del mercado de trabajo. La respuesta del presidente a las exigencias de unos y otros ha sido clara: no habrá cambios y la ley seguirá como hasta ahora porque está dando resultados». Resultados sí, pero desastrosos para los trabajadores. Aunque «La Razón» lo tiene claro: «El Gobierno hace su trabajo de forma responsable en un contexto muy duro y aunque las encuestas expresen malestar». Nada, ni caso, que se quejan de vicio.
«Abc» titulaba en primera, sobre la imagen de un Rajoy sonriente, «No a la reforma laboral que pide la UE», y en páginas interiores «Rajoy planta cara a Alemania y replica que no cambiará la reforma». A buenas horas empieza a «plantar cara», como dice el de Vocento.
A «El Mundo», sin embargo, no le parecía bien el rechazo de Rajoy al «contrato contra el paro juvenil». Y es que, según el diario pedrojotero, con 6,2 millones de parados, lo peor es no moverse «ni en una ni en otra dirección». Claro que «El Mundo» tiene clara la dirección en la que Rajoy debería moverse: «Si el único fin de la economía española es crear empleo, el medio para lograrlo debe contemplar ponérselo fácil a los empresarios». A costa de los demás, claro. Al Gobierno «hay que pedirle valentía para culminar esa reforma laboral que se ha quedado corta». Si es que Mariano en el fondo es un rojazo.
También a «Libertad Digital» le parecía que Rajoy «se ha quedado a medias», como decía en su editorial de título poco amistoso: «Un gobernante que no gobierna». Reconocía que el campo laboral «ha sido prácticamente el único en que el Gobierno ha emprendido reformas de cierto calado», y que es «donde más osado ha sido», pero se ha quedado a medio camino, y para combatir el paro hay que pasar por encima de los derechos de los trabajadores que, por supuesto, deben sacrificarse por España.