GARA > Idatzia > Kultura

«Nada es sagrado en el mundo del arte, es malo imponerse límites»

p038_f01.jpg

Emilio Sagi

Director de escena y Director artístico del Teatro Arriaga

Emilio Sagi es uno de los directores de escena con más larga trayectoria del Estado. Especialmente cercano al mundo del teatro lírico, tras dirigir durante diez años el Teatro de la Zarzuela y durante cinco el Teatro Real de Madrid, en 2008 cogió las riendas del Teatro Arriaga de Bilbo, con el que recientemente ha renovado por cuatro años más.

Mikel CHAMIZO | BILBO

Si el nombre de Emilio Sagi es una presencia constante en las programaciones de los coliseos líricos del Estado español, en los próximos días su trabajo será omnipresente en la vida lírica de Bilbo. El jueves se estrena en el Arriaga su último proyecto para la ópera de Haydn, «Il mondo della luna», y dos días más tarde la ABAO rescatará su propuesta para una de las grandes óperas del repertorio, «La bohème» de Puccini.

«Il mondo della luna» es una de tantas óperas de Haydn prácticamente desconocidas. ¿Cómo es que decidieron traerla al Arriaga?

Es nuestra filosofía que en el Arriaga se programen obras líricas no tan usuales. Bilbo es una ciudad con una actividad lírica importante, con una temporada de la ABAO con siete títulos, normalmente del gran repertorio. Nosotros intentamos no competir con la ABAO y proponemos óperas de otro tipo: de cámara, barrocas, contemporáneas...

Dentro de esa línea, Haydn es uno de los compositores que queremos defender. Sus óperas no se interpretan mucho porque la mayoría las escribió para la corte de los Esterházy, lo que implica que ni siquiera en su época se difundieron demasiado. Pero «Il mondo della luna» cuenta con un libreto de Carlo Goldoni, uno de los grandes dramaturgos del XVIII, y además es una historia divertida, casi disparatada, muy apropiada para estos tiempos que estamos atravesando. La ópera me la descubrió López Cobos y coincidió que la Ópera de Monte Carlo quería volver a trabajar conmigo. Así que propusimos una coproducción, ya que un teatro no puede andar produciendo en solitario hoy en día, y el proyecto se puso en marcha.

¿Cómo plantea la propuesta escénica de esta ópera de 1777?

Cuando leí el libreto y la partitura vi muy claro que se podía hacer una adaptación a los tiempos actuales. En época de Haydn la idea de visitar la Luna podía ser algo irreal, una fantasía, pero resulta que todos nosotros hemos visto ya a un señor de verdad pasearse por la Luna, y eso permite darle otra vuelta de tuerca a la historia. Aún así, hemos querido que la escenografía y el vestuario se contagien de la fantasía original. En cuanto al fondo de la ópera, trata de una problemática que existía en el Clasicismo exactamente igual que ahora: la de los hombres maduros, deterministas y machistas, que intentan tenerlo todo bajo su control, frente a una generación más joven que quiere cambiar las costumbres de la sociedad. Además Goldoni era un hombre de gran sabiduría que bebió mucho de la Comedia dell'arte, un tipo de teatro que surgió de la rebeldía contra el espíritu tradicional.

El sábado, en la ABAO, se recupera otro de sus trabajos, en este caso para «La Bohème» de Puccini.

Es una producción que debutó en Oviedo, mi ciudad natal, y que luego se ha repuesto en Peralada y La Coruña. «La Bohème» es una opera genial, para mí de las más perfectas del repertorio. Puccini trata el espantoso tema de la muerte de una persona joven por causa de una enfermedad terrible. Eso, no hace falta decirlo, ocurre en todas las épocas: en el caso de la protagonista de esta ópera es por la tuberculosis, pero hoy otras enfermedades, como el cáncer o el sida, que siguen llevándose a muchos jóvenes antes de tiempo. Es esa desperación de Mimi, un ser lleno de bondad y de vida, lo que genera esa emoción tan fuerte que Puccini remarca magistralmente con su música. Ese incidente trágico marca el final de la juventud para el grupo de bohemios que protagonizan la ópera.

¿Esta «La bohème» también está traída a nuestros días?

No a nuestros días, aunque sí que está adelantada al contexto histórico que propone originalmente Puccini, para que los personajes no parecieran demasiado anticuados. La acción la sitúo un poco antes de Mayo del 68, una época que se adapta a la perfección a los acontecimientos de «La bohéme», con jóvenes que, tras la guerra, esperaban que algo cambiara en la sociedad. Al final no ocurrió nada, y esos jóvenes, equivalentes a los bohemios de la ópera, son los que se rebelarían contra del orden social y del que surgirá Mayo del 68.

¿Es muy diferente el trabajo de un director de escena cuando prepara una ópera casi desconocida, como «Il mondo della luna», o una tan popular como «La Bohème»?

No, porque lo que principalmente debe marcar tu trabajo es la obra en sí misma. En el caso de estas dos óperas es muy obvio, porque son propuestas dramáticas completamente diferentes, procedentes de siglos y estilos teatrales que no tienen nada que ver. «La bohème» es descriptiva y realista, mientras que «Il mondo della luna» es pura fantasía. Eso es lo que realmente importa, y no que haya en el mercado 15 DVDs de «La Bohème» frente a ninguno de «Il mondo della luna». Siempre hay que ser honrado con la idea que uno tiene y no pensar en que el público pueda tener como referente «La bohème» de Zeffirelli.

Su trabajo como director de escena raras veces suele ser polémico. ¿Cómo observa usted el arte de la dirección de escena, al hilo de los escándalos que se están produciendo en coliseos como el Teatro Real?

También yo he tenido críticas malas, pero creo que los directores de escena tenemos que ser consecuentes y fieles a nuestra visión de las cosas. A lo largo de la historia de la música ha habido infinidad de críticas espantosas a creaciones que hoy son obras maestras universales. La polémica siempre ha estado ahí: cuando María Callas comenzó a cantar de una manera diferente, hubo quien no lo quiso aceptar. Pero la polémica en el arte es muy positiva, porque el género no morirá mientras haya gente que hable y discuta sobre él. Hay gente a la que le gustaría poner límites al trabajo de los directores de escena, pero al final esos límites solo los pone el tiempo, que es lo que ejercerá de tamiz entre los montajes que serán históricos y los que, simplemente, se olvidarán.

¿Defiende usted, entonces, la experimentación en la dirección escénica de óperas?

Creo que en la creación es malo imponerse límites. Nada es sagrado en el mundo del arte. Fíjate en la «Gioconda» de los dadaístas, esa Gioconda con bigote que parece irrespetuosa y que, en realidad, es una reinterpretación genial. O la «Venus de Milo» que pintó Dalí, con cajones, como un sinfonier. También parecía una falta de respeto pero el tiempo ha demostrado su valor, independientemente de que te guste o no. En la dirección de escena ocurre algo parecido, y aunque en todos los sitios cuecen fabes, yo estoy seguro de que la mayoría de mis colegas no buscan hacer una boutade para que el público arme el lío. La mayoría intenta ser honesto con su visión de la obra y eso es positivo, como también lo es que haya crítica, blogs y movimiento de opiniones en torno a su trabajo.

En la programación del Arriaga se reserva un espacio incluso a las propuestas músico-teatrales más irreverentes, en el ciclo «Cuartito en el escenario». ¿Cómo lo está acogiendo el público?

Ese ciclo está totalmente lleno, no suele quedarnos ni una silla libre. Un teatro tiene que tener las puertas abiertas a todos los artistas, tiene que funcionar como un cuartel, en el sentido de que es necesaria la disciplina para que los espectáculos salgan adelante, pero sin imponer nunca límites ni censura. En el Arriaga albergamos a todo tipo de artistas y queríamos que los de cabaret, transformismo o humor irreverente tuvieran la misma cabida en nuestra casa que Carlos Chausson, Montserrat Caballé o Ana Belén. Y precisamente porque no son comparables: son géneros distintos y todos ellos respetables.

PASEO EN LA LUNA

«En época de Haydn la idea de visitar la Luna podía ser algo irreal, pero todos nosotros hemos visto ya a un señor pasearse por la Luna»

«Es absolutamente urgente que se vuelva a reducirel IVA del 21%, está siendo un problema importante»

¿Cómo ha evolucionado la idea que tenía para el Arriaga desde que le nombraron director artístico en 2008?

Yo estoy muy contento de cómo va el teatro y lo que estamos consiguiendo. Quise construir sobre lo que ya estaba, no enmendar la plana a ningún director anterior, pues tanto Luis Iturri como Lluís Pascual lo hicieron muy bien. Pero siempre es deseo de cualquier director dejar el teatro mejor de como lo encontró. Por eso, y aunque el Arriaga se está posicionando a un nivel importante, aún quedan cosas por hacer. Por eso acepté quedarme otros cuatro años, si creyese que ya se ha conseguido todo me habría ido.

¿Se ha fortalecido en estos últimos años una relación muy estrecha con los artistas vascos?

Siempre que he estado dirigiendo un teatro he querido propiciar a los artistas de la zona. A los artistas buenos, por supuesto. Y en Euskadi los hay muy buenos: al aterrizar en Bilbao me encontré con una profesión teatral impactante, lo que me animó a contar con ellos inmediatamente. Hemos hecho teatro, zarzuelas, y hemos llevado producciones del Arriaga a otros teatros conservando la misma plantilla de artistas de aquí. Intentamos ayudar al despeque de nuestros artistas, y en el caso de «Il mondo della luna» también, pues debuta con nosotros Arantza Ezenarro, una soprano guipuzcoana que tiene una impresionante carrera por delante.

¿Cómo afecta la crisis al Arriaga?

Tenemos menos dinero porque hemos perdido espónsors, aunque la partida del Ayuntamiento sigue siendo la misma. Esto nos hace mirar con lupa cada euro para que no baje la calidad de lo que ofrecemos.

Como queremos evitar el déficit a toda costa, organizamos más cosas pequeñas para optimizar al máximo los espacios del teatro. También pedimos la colaboración de los artistas, que tengan compasión con nuestro menor presupuesto, y lo cierto es que casi todo el mundo colabora. Pero lo que es absolutamente urgente es que baje el IVA del 21%, porque está siendo un problema muy importante para nosotros y para todos los teatros del Estado. M.C.

teatro de todos

«Albergamos a todo tipo de artistas y queríamos que los de cabaret, transformismo o humor irreverente tuvieran cabida en nuestra casa»

MIEDO A LO NUEVO

«La polémica siempre ha estado ahí: cuando María Callas comenzó a cantar de una manera diferente, hubo quien no lo quiso aceptar»

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo