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Circo del Sol: arriesgando la vida a siete metros y medio del suelo

Responsables del número del alambre alto, los madrileños hermanos Quirós -quinta generación de artistas de circo- participan desde 2007 en «Kooza», el espectáculo del Circo del Sol que estará en Bilbo hasta el 16 de junio. GARA les acompaña hasta la pista central.

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Alvaro HILARIO | BILBO

Ya está instalada en la explanada de Botica Vieja, en Deusto, la gran carpa del Circo del Sol, donde hasta el 16 de junio se representará «Kooza», un espectáculo donde la compañía de Quebec vuelve a sus orígenes engarzando el quehacer de acróbatas y payasos.

Desde su estreno en 2007, han sido más de cuatro millones de espectadores los que han disfrutado de «Kooza» en América del Norte, Japón, Londres y Madrid. Más de cuatro millones de personas que han admirado el número de los hermanos Quirós en el alambre alto, a 7,5 metros de la pista.

GARA les ha acompañado hasta la pista para saber más de su trabajo y del espectáculo.

Estirpe circense

Después del ensayo diario y restándole tiempo a su descanso, Vicente y Ángel Quirós se disponen para la charla.

Junto a su hermano Roberto y dos compañeros más realizan, desde el estreno de «Kooza» en 2007, el número del alambre alto: dos alambres paralelos cruzan en diagonal, desde el escenario de la izquierda al de la derecha, a una altura de 4,5 y 7,5 metros y los cuatro funambulistas añaden su propia tensión a los 3.000 kg de carga de cada alambre. Allí, en las alturas, pasean en bicicleta o se baten en duelo valiéndose del florín.

Los Quirós, madrileños del barrio de Embajadores, son la quinta generación de artistas de circo. Con una dilatada experiencia laboral, son poseedores del Payaso de Oro del Festival de Circo de Montecarlo, el más alto galardón al que puede aspirar un profesional de su gremio.

Fue después de Montecarlo cuando fueron fichados por el Circo del Sol para «Kooza»: «Es un gran espectáculo. Los números y los artistas, los acróbatas, son muy buenos, muy profesionales. Los espectáculos del Circo del Sol son, de siempre, una mezcla de circo y teatro; este tiene, por ejemplo, a nivel acrobático, un nivel muy pocas veces visto por estas latitudes», dice Vicente.

Acostumbrados a trabajar sobre un soporte sólido, reconocen que hacerlo suspendidos en el aire hace su número aún más complicado y, por ello, necesitado de muchas horas de entrenamiento tanto en el alambre bajo como en el alto, cuidando su físico y su cabeza.

Jugarse la vida

«Ensayamos en el alambre alto una hora por día. No podemos hacerlo más horas porque somos cincuenta y dos los artistas que practicamos en el mismo lugar», señala Ángel.

Vicente le toma el relevo: «Pero en el alambre bajo ensayamos cuatro horas al día: somos cinco personas y necesitamos tiempo para ejercitarnos todos. Es la base para no caerse ahí arriba: lo que se hace bien abajo, se hace bien arriba; arriba hay que echarle ganas, tener coraje y no tener miedo, porque el miedo te tira. Somos conscientes de que arriesgamos la vida».

Además, calientan una hora antes de salir a la pista: «El calentamiento lo hacemos ya vestidos y maquillados. Al principio tardábamos dos horas en maquillarnos; ahora, después de seis años, lo hacemos en media hora», cuenta Vicente. Así es el minucioso y profesional Circo del Sol: «La diferencia con el circo de tradición familiar es que aquí la profesionalidad es mayor, muy exigente y todo está enfocado al artista, al que se tiene -como a todos los que trabajan aquí- un tremendo respeto», cuentan los dos, casi a la vez, sincronizados, como en el alambre.

No recuerdan por cuántas ciudades han pasado desde 2007, pero conservan intactas las ganas de hacer disfrutar con su arte, con su alambre alto.

Se abre el baúl de la magia y la acrobacia

«Kooza» («baúl», en sánscrito) cuenta la historia de Innocent, un solitario melancólico que busca su lugar en el mundo. Creado y dirigido por el clown y actor David Shiner, el espectáculo recupera la tradicional unión de acróbatas y payasos.

No es, sin embargo, un show infantil. Como ya señaló el propio Shiner a GARA en el mes de diciembre, «el payaso toma las debilidades humanas más profundas y las transforma en algo divertido».

La excelencia de «Kooza» se basa, según su director «en la buena conexión entre los artistas y el público y en nuestro trabajo».

Los números son impresionantes, de quitar el aliento, tanto por belleza plástica como por la dificultad técnica. Junto al escalofriante alambre alto de los Quirós, llama la atención la rueda de la muerte, una estructura de 725 kilogramos de peso que gira a una velocidad vertiginosa impulsada solo por dos artistas que saltan y dan vueltas sin cesar.

Hoy se abre el baúl, es el estreno. Bilbo lo cuidará por un mes. A.H.

ALAMBRE ALTO

Dos alambres paralelos cruzan en diagonal, desde el escenario de la izquierda al de la derecha, a una altura de 4,5 y 7,5 metros y los cuatro funambulistas añaden su propia tensión a los 3.000 kg de carga de cada alambre.

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