En el marco de las conmemoraciones del 200 aniversario de la quema de Donostia por las tropas anglo-lusas durante las guerras napoleónicas, el Festival de la Música Vasca, Musikaste, propone para esta tarde un recorrido por la música que se escuchaba en la ciudad antes, durante y después de aquél trágico suceso. El concierto, titulado «Donostia 1813, Renacer del eco musical de la ciudad», estará protagonizado por el conjunto donostiarra de instrumentos antiguos Ensemble Diatessaron, que dirige Elena Martínez de Murguía, y contará también con la colaboración del txistulari Juan Vega, los dantzaris Jon Maya y Nagore Indakoetxea y el actor Julitxu Gysling, que ejercerá de narrador y cantante.

Según Jon Bagüés, director de Eresbil, el Archivo de la Música Vasca donde se guardan los documentos que recogen las mayoría de estas músicas, «la idea es un programa dividido en tres partes. La central quiere recordar de manera recogida el drama que sufrieron los donostiarras en 1813, mediante la participación de una voz que efectuará el relato de lo sufrido con palabras de la época, juntamente con los himnos que se escribieron sobre el suceso. Le precederá una primera época que quiere evocar las músicas del período de la Ilustración, con el zortziko compuesto por Xabier Mª Munibe y el de Mª Antonia de Moyua, una de las pocas compositoras vascas del siglo XVIII, de quien sabemos que interpretaba el pianoforte». Además se podrá escuchar su música con el sonido de un instrumento de la época: «El pianoforte con el que vamos a tocar -explica Martínez de Murguía-, es una copia de un piano vienés de 1803, exactamente el mismo modelo sobre el que tocaba Beethoven -cuya música también sonará esta tarde-. Está en el Conservatorio de Bayona y nos lo prestan expresamente para este concierto».

«El resurgir»

La tercera parte del programa intentará reflejar «el resurgir, también musical, de la ciudad con las músicas de Larramendi o Epifanía Argaiz para piano, o la de Fernando Sor para guitarra. El romanticismo toma así el relevo a la Ilustración». Reconoce la directora del Ensemble Diatessaron que «al leer sobre el asunto me sorprendió lo rápidamente que quisieron recuperarse los donostiarras. Tras el primer invierno, que fue durísimo, se pusieron inmediatamente manos a la obra con la reconstrucción de la ciudad. Pero incluso sobre las cenizas del incendio ya había alguno que quería bailar y traer txistularis, por lo que casi termina encarcelado». La tercera parte del concierto se contagia, por tanto, de esa positividad de la ciudadanía para salir adelante y los dantzaris bailarán diversas piezas para txistu, tanto en la tradición antigua que recoge Iztueta, como en la tradición moderna de polkas, mazurkas y otras danzas que recopiló el lingüista alemán Wilhelm Humboldt en su paso por Euskal Herria.

En ese reflejo del antes y el después de la vida musical de Donostia se interpretarán también varias piezas de Mateo Albéniz y de su hijo Pedro Albéniz, ambos maestros de capilla y organistas consecutivos de la Basílica de Santa María del Coro. Del padre se podrá escuchar una «Sonata» que popularizó mucho después el arpista Nicanor Zabaleta, y de su hijo Pedro, que desarrolló su carrera como primer profesor de piano del Conservatorio de Madrid, algunas músicas escritas para los carnavales donostiarras posteriores a la reconstrucción de la ciudad.