Numerosos habitantes huían ayer de sus pueblos en el noreste de Nigeria, temiendo ser víctimas de los combates entre los islamistas de Boko Haram y el Ejército, que ha lanzado una ofensiva que ya ha dejado varias decenas de muertos. Es la primera vez que el Ejército recurre a ataques aéreos en su propio territorio en 25 años.

El Gobierno nigeriano ha lanzado esta semana la ofensiva de mayor envergadura contra el grupo islamista, desplazando a miles de soldados a tres estados de la región y decretado en el estado de emergencia para reconquistar las zonas bajo control de los insurgentes.

El Ejército anunció la muerte de diez insurgentes y el arresto de otros 65 en la ofensiva, en la que además habrían destruido campos de entrenamiento y armas pasadas y habrían tomado el control de 17 localidades de la zona. Una fuente militar bajo anonimato señaló que un helicóptero militar fue alcanzado por los rebeldes, pero que consiguió volver a su base sin víctimas.

Mientras, los residentes de la zona, que temían verse envueltos en los enfrentamientos, huyeron a ciudades vecinas antes de que llegaran los soldados nigerianos. Los habitantes de Marte, uno de los distritos controlados por Boko Haram, en el norte del Estado de Borno, huían hacia la frontera de Camerún, aterrorizados por el ruido de las explosiones y ante la escasez. «Han sido tres días terribles, los aviones y los helicópteros de combate no han dejado de surcar el cielo y se oían enormes explosiones a lo lejos», relata Buba Yawuri, un habitante de Kwalaram, en Marte, refugiado en la ciudad fronteriza de Gomboru Ngala. «Nos han pedido que no salgamos de casa mientras los combatientes de Boko Haram eran perseguidos por los soldados, no teníanos ni agua ni alimentos, no podía aguantar más. Escapé entre los matorrales», añade. Yawuri ha tenido que huir a escondidas porque los soldados solo permitían partir a las mujeres y a los niños»

Shafi'u Breima, un habitante de Gomboru Ngala, dijo a France Press que un flujo permanente de gente proveniente de Marte y zonas aledañas llegaba a la ciudad fronteriza, en la que el ambiente también era tenso, pero «de momento no pasa nada».

Los puestos de esta frontera porosa, habitualmente desocupados, han sido tomados por fuerzas de seguridad.