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Floren Aoiz | www.elomendia.com

Rajoy-Aznar: lobo sí puede comer lobo

Vuelva o no el bigote, despierte o no un día de estos Rajoy, lo mejor es tomar distancias con respecto a ese bucle. La huelga general y todo lo que signifique generar una agenda y un espacio político propios para Euskal Herria será una inversión inteligente

Tremendo escándalo se ha organizado a cuenta de las palabras de Aznar, interpretadas como un desafío directo y estruendoso a Rajoy, su Gobierno y la dirección del PP.

Que Aznar se creía un lucero del alba llamado a iluminar el escenario en estos tiempos de penumbra era sabido; incluso se notaba que había entrado en estado de gracia. Si naciste para «Mesías» debes estar muy atento al momento oportuno para jugar tus cartas y posiblemente Aznar ha creído llegada esa situación. Como ha escrito su amigo Zarzalejos, «Aznar rompe la baraja antes de la catástrofe».

Últimamente, Aznar, que se ha forrado en diferentes consejos de administración y otros antros nauseabundos, ha intensificado sus actividades en la escena internacional. Lo ha hecho en la misma linea que marcó con su estelar participación en el trío de las Azores o en operaciones para derrocar gobiernos como el venezolano. Recientemente visitó la ciudad argentina de Rosario junto a otros referentes de la derecha internacional.

Aznar nunca ha quedado al margen del juego. Sus actividades en la dirección de FAES han demostrado su intención de influir en la política española, asumiendo un papel de arrogante monitorización del partido supuestamente liderado por el sucesor que designó a dedo. Y ahora, podría interpretarse que quiere liderar una especie de golpe de estado (¡cómo les gustan esas cosas!) que comienza por su propio partido. No hace falta ser un lince para relacionar la efervescencia aznariana con las acusaciones de corrupción, pero también puede ser que el ruido oculte otras intenciones, como la de marcar rayas rojas a Rajoy en temas sensibles, léase medidas económicas, modelo de financiación u organización del estado. Sería ingenuo pensar que Aznar actua solo. Sea lo que sea lo que trama, va más allá de su autodefensa o su inflamación de ego.

Habrá que esperar antes de llegar a conclusiones tajantes, pero lo cierto es que el Estado español va mal, entre otras razones, gracias a las decisiones tomadas mientras fue presidente por Aznar, que mintió sobre las armas de destrucción masiva, sobre el 11M y tantas cosas. En definitiva, aunque nos quieran vender otra cosa, su curriculum es infame.

Con todo, a mí me sigue pareciendo que este Aznar sin bigote es como una impostura. Algo así como una mala copia. Me impresiona el vacío de su no-bigote. Creo que representa bien la imposibilidad de ser lo que fue, porque aunque alguien quiera resucitar, el tiempo no pasa en vano.

Si, como parece, la política española se enroca en la dinámica del bucle en la que los cambios más radicales son aquellos que más claramente se dirigen a volver al principio, no puede extrañarnos que Aznar reclame, como Felipe González, el espíritu de la transición. Vuelva o no el bigote, despierte o no un día de estos Rajoy, lo mejor es tomar distancias con respecto a ese bucle. La huelga del día 30 y en general todo lo que signifique desconexión y generación de un ritmo, una agenda y un espacio político propios para Euskal Herria será, en definitiva, una inversión inteligente.

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