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«Partimos de la realidad de cada pueblo para reciclar lo máximo posible»

La gestión de los residuos está siendo tema clave en Gipuzkoa. Puerta a puerta, contenedor, chip, reciclaje, bolsas, plataformas, polémica, acuerdos... términos que copan día tras día titulares y que siembran polémicas. Tres representantes locales de Bildu en diferentes coyunturas explican cuál es la clave de la posición de la mayor fuerza del herrialde.

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Imanol INTZIARTE

Se trata de tres casuísticas diferentes. Andoni Gartzia es alcalde de Astigarraga, donde se ha implantado el sistema puerta a puerta (PaP). Iñaki Agirrezabalaga también ostenta la vara de mando, en este caso en Zumaia, donde grupos municipales y plataformas han acordado instalar el quinto contenedor con chip y bolsas con un código de barras identificativo. Y José Luis Ibarzabal es concejal en Elgoibar, donde gobierna el PNV y donde cuentan desde hace unos meses con el quinto contenedor de uso voluntario. Realidades diferentes y soluciones diferentes para un mismo objetivo: avanzar en el camino hacia el reciclaje.

Abre el fuego Gartzia, quien presume de que en Astigarraga, en el primer mes con el PaP, ya se ha llegado a una recogida selectiva del 85,5%. «Estamos contentos, la gente participa y la vida sigue su curso normal. Siempre hay vértigo al cambio pero se ha visto que sigue igual, incluso diría que está más limpio que antes con los contenedores, que siempre han sido punto de conflicto por la basura que se quedaba fuera. El comentario general es que no era para tanto».

En Zumaia se organizó una Mesa de Residuos que ha celebrado una decena de reuniones desde el pasado noviembre. «Nosotros propusimos el puerta a puerta, porque pensábamos que era el método ideal para llegar a un nivel de separación del entorno del 80%. Aunque el sistema que vayamos a implantar no sea este, el objetivo no varía, es el mismo. Desde ese punto de vista, que es lo importante, hemos sido capaces de aglutinar fuerzas en torno al objetivo final».

Por su parte, Ibarzabal apunta que en Elgoibar «el sistema de recogida, desde febrero de 2012, es el quinto contenedor. Primero en el centro, y a finales de año se extendió a todo el pueblo. La tasa de reciclaje no superó el 23% en 2012».

¿Tantas diferencias pueden crear confusión? Andoni Gartzia señala que «todos los acuerdos van con el objetivo de reciclar lo máximo posible. Todo lo que vaya en ese camino será bienvenido. Astigarraga ha implantado el puerta a puerta, así que parte de nuestros deberes ya los hemos hecho, aunque siempre quedan cosas por mejorar».

«En Elgoibar estamos en la oposición y vemos con envidia que otros pueblos están llegando a acuerdos y planificaciones que establecen unos objetivos», tercia Ibarzabal. Preguntado por cómo se ve desde su posición la polémica abierta en pueblos donde gobierna Bildu, asume que «la bronca existe, pero la realidad es que la clave de la discusión está en el reciclaje. Se está llegando a acuerdos, quizá unos más efectivos y otros menos. En Elgoibar no somos capaces de alcanzar esos mínimos».

A su juicio, resulta necesario acordar «un plan con unos objetivos medibles, y en base a eso planificar y plantear medidas correctoras en caso de ser necesarias. Es como el 1 de enero, que decides que quieres adelgazar para la época de baños. Y llega esa época y te puedes engañar diciendo que has perdido medio kilo, pero la lorza te sigue saliendo del bañador. La única manera de ser efectivo es ponerme unos objetivos, dos kilos menos al mes. Y pesarme cada mes».

Bolsas en los balcones

En Zumaia, mientras la Mesa de Residuos llevaba a cabo sus reuniones, la plataforma anti-PaP pedía que se colgasen de los balcones bolsas de basura, a modo de presión. «Había un enfrentamiento bastante fuerte, una polémica grande», asume Iñaki Agirrezabalaga.

¿Quizá no esperaban tanta oposición?, se le cuestiona. «El sistema implantado hasta ahora depende de la voluntad de cada uno. Desde el momento en que a uno se le obliga a separar, que yo creo que el quid de la cuestión, el discurso es `¿quién es ese para meterse en tu cocina?' Ese discurso llega fácil. Los que estamos aquí pensamos que tiene que ser obligatorio. Con la voluntariedad llegábamos a los niveles que llegábamos, y luego había que darle una solución a la fracción resto. Y la solución se daba con una incineradora con la que no estamos de acuerdo. Así que se suman varios factores para decir que hay que actuar con responsabilidad, no hacer demagogia con este asunto, que se ha hecho mucha, y que ya es hora de llegar a un acuerdo, que es lo que se ha tratado de hacer en Zumaia».

Su colega de Astigarraga mira el lado positivo y considera que «hace dos años estábamos hablando de incinerar y ahora ya estamos todos de acuerdo en la obligatoriedad de reciclar. En medio de esta polémica se ha dado un paso muy grande en favor del reciclaje». Desde su diferente atalaya, Ibarzabal aporta unos datos reveladores: «En Elgoibar se ha apuntado la mitad de las familias, pero lo usa el 60% de esa mitad. O sea, emplean el contenedor marrón 3 de cada 10».

Llueven los datos sobre la conversación. Gartzia compara sus datos con la cercana Urnieta, donde también existe el quinto contenedor voluntario: «Somos 1.000 habitantes menos que y hemos recogido el doble de orgánico». Agirrezabalaga apostilla que «en Zumaia tenemos el quinto contenedor desde 2007, hemos hecho campañas muy potentes y estamos en un nivel superior, en torno al 40%. Pero con campañas muy fuertes, cuando en otros pueblos nada más implantar el atez ate llegan al 80%».

Sean más cortos o más largos, los tres destacan que lo importante es avanzar en el camino marcado. «Ocho años han estado gobernando los que ahora están en la oposición -PNV y Hamaikabat- y no han hecho nada», critica el alcalde de Astigarraga, quien pone sobre la mesa el dato de que esas formaciones «en 2008 aceptaron en pleno implantar el puerta a puerta», un sistema que hoy combaten con denuedo.

Insiste José Luis Ibarzabal. «En todos los casos, incluyendo Donostia, se contemplan medidas correctoras en caso de que no se consigan los objetivos. Eso es lo mínimo, un suelo sólido. Solo con buenas intenciones es muy fácil autoengañarse». El alcalde de Zumaia apunta que «cada pueblo tiene su historia, no todos parten desde el mismo punto. Aunque pueda haber cierta imagen de que cada uno está haciendo algo diferente, es todo lo contrario, todos estamos partiendo de la realidad de cada pueblo para llegar a reciclar lo máximo posible».

Incineradora, compostaje...

En la conversación vuelve a salir a la palestra la incineradora, y con ella la pregunta de si la dan por descartada. «Si se cumplen los objetivos de llegar a un 60% en 2016 y si todos los pueblos vamos por ese camino, pues sí, estaría descartada», sentencia Agirrezabalaga. «Con tan poca materia de resto es imposible hacer la incineradora», añade Gartzia. «Socialmente, políticamente, somos conscientes de que hemos dado ya unos pasos irreversibles para que la incineradora no sea el eje vertebrador del plan de residuos de Gipuzkoa», apostilla Ibarzabal.

Uno de los problemas estriba en la falta de infraestructuras para tratar lo que se separa, sobre todo el orgánico. Lapatx (Azpeitia) no da abasto, Epele (Bergara) no ha comenzado a funcionar, y hay previstas otras seis plantas pero «es evidente que hay que hacer más infraestructuras. Hay un plan aprobado por GHK y cuando se cumplan todos los objetivos llegaremos a tratar todas las materias en el territorio. Las materias que se recogen actualmente se llevan al lugar que corresponde, no seguramente donde quisiéramos, en el propio territorio, pero sí en otros territorios», explica el alcalde de Zumaia.

«Costará, y sabiendo además que nos lo han puesto bastante difícil, con las inversiones apalabradas para la incineradora, los convenios de financiación, préstamos, swaps... Han hipotecado en gran medida posteriores decisiones, y lo han hecho evidentemente de manera consciente», denuncia el edil de Elgoibar en referencia a los anteriores gestores de la Diputación y de GHK.

Coste político

Antes de finalizar, preguntamos si temen que esta polémica tenga un coste político. «Ha sido una situación inesperada, porque el mensaje del individualismo ha calado tan fácil que el debate no se estaba centrando donde debía, estábamos hablando mucho del sistema, atez ate sí o no, y no se hablaba tanto de cero residuos, de la incineradora o de qué hacemos con lo que tenemos. Y hay que focalizarlo ahí», apunta Agirrezabalaga.

«Ha habido una utilización política -lamenta Ibarzabal-. No es casualidad que una convocatoria de la coordinadora de plataformas contra el PaP salga del Gipuzku Buru Batzar. Esa confrontación ha tenido consecuencias para un lado y otro, pero vemos que el eje de la discusión y de las medidas que se están tomando están en la clave del reciclaje. Si vemos la evolución de la recogida selectiva en Elgoibar en los últimos seis años, es un plano que en 2012 empieza a repuntar hacia arriba. ¿Qué ha pasado en 2012? Que Bildu ha intentado llevar una política efectiva de recogida de residuos y producto de eso los pueblos donde no gobierna se están viendo obligados a cambiar. Y eso es una victoria política», concluye.

 

 
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