En la reciente historia rojilla hay unos cuantos hitos bélicos -los más decisivos, saldados con victoria- que han rubricado su pervivencia en Primera. Hoy es otro de esos días que puede pasar a la crónica osasunista y quedar grabado en la memoria de la afición como un partido más en los que el equipo consiguió la salvación gracias al empuje y ánimo de la grada.

El once de Mendilibar necesitará del apoyo de la hinchada, pero también deberá ofrecer algo más de fútbol, y sobre todo acierto, a sus incondicionales para que crean en las posibilidades de permanencia. Si el equipo no muestra un nivel de puntería mayor al que se vio contra el Getafe, el choque se presenta con tintes dramáticos hasta el pitido final.

Al menos, la tensión y actitud de los anfitriones se presupone garantizada en la misma medida que se pudo ver frente a los azulones. El lleno de El Sadar no va a permitir ni un ápice de relajación y se confía en que otro recibimiento masivo a los jugadores les insufle la suficiente dosis de moral con la que contrarrestar los momentos en los que no llegue el aliento. Hora de dejarse la piel en el campo, también habrá que actuar con cabeza y no dejarse llevar por la precipitación.

Cejudo por Nino

La ausencia de Nino por lesión deja vacante una posición de ataque, que podría cubrirse con la entrada de Cejudo en banda derecha y la reubicación de Armenteros en el enganche, por detrás de Kike Sola. Quedará pendiente hasta el último momento comprobar si Mendilibar se inclina por un renqueante Damià para defender el costado izquierdo de la defensa u opta por el megapolivalente Oier, que ya le ha demostrado con creces de qué pasta está hecho.

Hay que recordar que Osasuna necesita ganar y que el Zaragoza no lo haga en el Villamarín o el Deportivo pierda en Málaga para asegurarse matemáticamente su pervivencia un año más en Primera. El Sevilla aterriza en Iruñea con escasas posibilidades de acceder a la séptima plaza y depende de un tropiezo de su eterno enemigo, el Betis.