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CRíTICA: «La Estrella»

De Santa Coloma, como la cerveza del mismo nombre

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Mikel INSAUSTI

Hubo un tiempo en el que la publicidad de determinadas marcas aparecía en las películas de forma subliminal, pero ahora casi nadie se anda ya con disimulos, y hasta un largometraje de estreno se puede convertir en un anuncio a lo grande. «La Estrella» se inicia con una vista panorámica de Santa Coloma de Gramenet, en la cual lo primero que aparece es la fábrica de cervezas local. Podría ser una casualidad, o un motivo de orgullo para el realizador debutante Alberto Aranda, que nació allí. También es normal que en el pueblo se beba esta marca catalana, y no otra de fuera. Pero la protagonista nos saca de dudas, cuando confirma abiertamente que su nombre se lo debe a la bebida en cuestión.

No es mi intención hacer demagogia con el asunto publicitario, pues entiendo que la industria cinematográfica tiene que agarrarse a lo que surja, a falta de ayudas o incentivos para la producción cultural. A lo que me refiero es a que me cuesta creerme, ya de entrada, una película en la que sus personajes parece que están protagonizando un spot, y más aún tratándose de una historia de ambiente marcadamente costumbrista y con sabor a barrio.

El barrio en concreto es Les Oliveres, donde se concentra parte de la inmigración de Santa Coloma, y es que la familia de Estrella viene de Andalucía, de Carmona, aunque su novio es nativo. Así lo describe la letra de la canción (rumba catalana) de Los Barrankillos y El Ruso, incluida en los créditos finales, mientras que la sintonía o jingle del título pertenece a Muchachito Bombo Infierno.

El flamenco es una referencia muy presente, introducida en el argumento en forma de terapia para mujeres maltratadas. La mejor amiga de Estrella, que se llama Trini, va a vivir a su casa con el hijo pequeño que tiene, después de que su marido le propine una paliza. Es un grave incidente que influye en la relación que Estrella mantiene con Salva, lo que le lleva a cuestionar que sea lo idílica que creía. El mensaje que se quiere transmitir de liberación de la mujer llega muy atenuado, porque faltan fuerza y duende en la interpretación de Ingrid Rubio.

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