Mientras en la NBA el espectáculo del juego adquiría todo el protagonismo en los play offs, otra clase de espectáculo estuvo a punto de hacer volar por los aires la postemporada de la Liga ACB Endesa. Hacia las 20.00 de ayer las cuentas de twitter de periodistas y bloggeros empezaron a arder cuando la convocatoria de huelga por parte de la ABP quedaba fuera de vigencia.

Hasta el momento, la financiación del sindicato ABP había resultado el obstáculo insalvable que a punto estuvo de mandar la temporada 2012/13 por el sumidero. Si hasta ahora la ACB financiaba al sindicato de jugadores con 500.000 euros anuales, a cuenta de la gestión de los derechos de imagen de los jugadores, la patronal de la liga quería disminuir esta aportación hasta 275.000 euros. La ABP, al final, habría acordado que, además de esta cantidad, pudiera financiarse a través de lo recaudado en un encuentro amistoso All Star a determinar.

Esta circunstancia habría desatascado la situación y ha hecho reconsiderar la oportunidad de llevar a cabo la huelga. En cualquier caso, este acuerdo debe ser ratificado por la Asamblea General de la ACB y parece ser que 8 de los 18 clubes que actualmente integran la competición no se habrían mostrado especialmente entusiasmados.

De la cordialidad a los reproches

El sindicato de jugadores ABP buscaba renovar el convenio colectivo con la ACB, firmado en 1993 y prorrogado desde 1997.

Con la mediación del presidente del Consejo Superior de Deportes, Miguel Cardenal, la ACB aceptaba las pretensiones del sindicato, tales como incorporar a todos los jugadores en el convenio, incluyendo a los extracomunitarios, incrementar el fondo de garantía salarial de 270.000 euros a 400.000 euros por club y el total del fondo de 900.000 a 1.400.000. Asimismo, se acordaba reducir a la mitad los plazos del derecho de tanteo pasando de 70 días a 35 e impedir este derecho si el club adeuda más del 15% del salario del jugador, y también incrementar la aportación de los clubes al fondo asistencial -aportación especial destinada a los jugadores afiliados en situaciones de necesidad- de 180 euros a 400 euros por jugador.

Pero cuando parecía que el acuerdo se iba a poder firmar, todo volaba por los aires. Para compensar la pérdida económica, los clubes presentaron un proyecto en el que los jugadores como afiliados aportaran entre 350 y 600 anuales al sindicato.

«Hemos pedido un cambio de modelo hacia cierto copago por parte de los jugadores. Nosotros no estábamos dispuestos a financiar el 100% del sindicato, pero hemos hecho un esfuerzo mejorando nuestra posición inicial, que era de cero financiación, hasta llegar a cifras cercanas a su petición», explicaba lbert Agustí, director general ejecutivo de la ACB.

José Luis Llorente rechazó la propuesta al considerar que de esta forma los ingresos del sindicato se reducirían un 15% respecto al convenio actual.

Pero lo peor llegaba a través de los reproches tras la falta de acuerdos. La ACB decidía seguir adelante con el calendario, metiendo en un serio brete a muchos jugadores. «La Liga está haciendo lo que debe hacer, y es aplicar sentido común a la negociación de un convenio colectivo que se encuentra en situación de prórroga automática desde 1997», declaraba la ACB.

Mientras, el presidente de la ABP, José Luis Llorente, replicaba que «esta es una huelga justa que llevamos avisando durante más de seis meses. Estamos aquí exclusivamente por la irresponsabilidad de la ACB, que tratando de arrebatar a los jugadores derechos que éstos consideran suyos desde hace años».

Tras la entente, el exjugador argentino Lucas Victoriano resumía este absurdo vodevil a la perfección a través de su cuenta de twitter. «Lícito hacer huelga. Mal los tiempos. Cuando acabe la Liga deberían sentarse, estos días dañaron mucho más la imagen de la Liga ACB».