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Maite SOROA | msoroa@gara.net

El barato lingotazo de sus señorías

Ya que buena parte de la prensa escrita publicaba ayer crónicas sobre la huelga general que bien podían haber sido escritas semanas o meses antes, servidora prefirió bucear en los medios digitales en busca de material para esta lupa. Y encontró una pieza que retrata a la perfección cómo se las gasta eso que llaman clase política en eso que llaman España. La firma Javier Pérez de Albéniz en «Elconfidencial» y hace referencia a los lingotazos subvencionados que se toman sus señorías en el Congreso. Así empieza: «no puedo imaginarme nada más cool. Más aún que los ya legendarios copazos de última hora en la cafetería del tanatorio. Una copa de balón, una ginebra de importación, la rodaja del cítrico adecuado, el ajustado precio de 3,75 euros... y todo en un ambiente selecto y exclusivo como pocos: el mismísimo Congreso de los Diputados. ¿Que no es un precio real, de mercado? No hay problema: la diferencia con el precio real se cubrirá con fondos públicos». Que para eso están...

Con no poca sorna, Pérez de Albéniz dice que no le sorprende que el Congreso subvencione las copas, ya que «es uno más de los privilegios de sus señorías que poco a poco vamos descubriendo, esas pequeñas miserias con que pretenden diferenciarse del resto de mortales: planes de pensiones, iPad y iPhone gratis, dietas y gastos de representación, gastos de transporte, taxis y alojamientos, sueldos por encima de la media, la posibilidad de compatibilizar varios sueldos públicos...». Lo que realmente le tiene «loco» es que «en ese supuesto centro de trabajo de élite tengan una cafetería con una carta en la que encontrar no ya pelotazos de albañil, el clásico Sol y Sombra, sino un catálogo de combinados que no desentonaría en el Museo Chicote». Que son de morro fino, vamos. Normal, por tanto, que con esas bebidas de alta gama a precio de garrafón, en caso de que el Congreso abriera sus puertas al público «ni todo el cuerpo de antidisturbios, armado hasta los dientes, podría frenar el asalto de hordas de sedientos españoles que, encabezados por Pedro J. Ramírez, el rey del gin-tonic premium, elegiría a partir de entonces tan representativo local para saciar su sed, y hasta para celebrar bodas, bautizos y comuniones». La verdad es que a esos precios y con la que está cayendo, más de una arramplaría con todas las botellas.

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