Crónica | El proceso de tratamiento del vidrio
Del contenedor verde a la mesa pasando por Laudio
Laudio es un punto fundamental en el tratamiento del vidrio, desde su llegada al contenedor hasta su vuelta a la mesa en forma de nueva botella. Del iglú llegan a Aguado e Hijos, donde se eliminan los restos y se desmenuza. De allí al horno de Vidrala, en un proceso que se puede repetir porque el vidrio no pierde propiedades, «tienen una vida ilimitada».
Nerea GOTI
Pocos de los laudioarras que transitan habitualmente por el paseo lineal junto al Nervion conocerán la función que desempeña Aguado e Hijos en el tratamiento del vidrio, y eso que llevan dedicados a su manipulación desde los años 50. Los propietarios de la planta, Javier y Carlos, recuerdan los tiempos del proceso manual, cuando las botellas se trituraban a martillo para su tratamiento posterior, o cuando no hace tanto, «no había contenedores y había gente que se dedicaba a recoger botellas en los vertederos».
Ayer, fue Ecovidrio, la asociación sin ánimo de lucro que se encarga de la gestión del reciclaje de envases de vidrio, quien abrió las puertas de la planta a los medio de comunicación para dar a conocer el trabajo que realizan.
Ecovidrio se encarga de la organización del servicio, instala contenedores, se ocupa de su mantenimiento y limpieza y de la recogida y transporte hasta la planta de tratamiento sin costes para los ayuntamientos, y con arreglo al cumplimiento de la Ley de Envases. Cuando los entes locales son los que realizan esta función, Ecovidrio financia el sobrecoste.
Con implantación en el 42% del Estado español, Ecovidrio recoge en todos los municipios de la Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa. A la planta de Aguado e Hijos llegan los envases recogidos en iglú verde de Hego Euskal Herria, además de Rioja, Cantabria y parte de Asturias.
En poblaciones como Donostia, Bilbo, Gasteiz, Irun y Hondarribia, sobre todo en las zonas antiguas, son los hosteleros los que recogen el vidrio. «Lo echan en una plancha y nosotros lo mandamos a tratar», explica Óscar Acedo, gerente de Ecovidrio en territorio vasco.
Ahora se está ensayando en Gasteiz unos depósitos especiales para arrojar el vidrio para los vecinos. Se han colocado 25 unidades en un proyecto piloto para evaluar este sistema de recogida en cascos antiguos que presentan problemas para la instalación de contenedores y el acceso de camiones, en el que también está trabajando Agurain.
A Aguado e Hijos llegan tres camiones cada hora y el proceso arranca con la descarga en el taller y concluye con la producción de calcín, pequeños fragmentos de vidrio, que vuelve a trasladarse en camiones al horno de la vecina Aiala Vidrio (Vidrala), donde se funde para la fabricación de envases de vidrio.
La atronadora descarga pone en marcha un proceso que dura 10 minutos y que deja al descubierto una buena dosis conciencia y colaboración ciudadana a la hora de separar, pero algunas imágenes llamativas del uso deficiente de los contenedores.
Abundan los envases de plástico, aparece calzado, pilas y restos de bombillas. Y eso que desde Ecovidrio destacan que «los datos del País Vasco son bastante superiores a la media» en el Estado español, lo que atribuyen a que «la gente está aquí más concienciada, es más fácil trabajar así». Entre la CAV, según precisaron, el herrialde que mejores datos presenta es Gipuzkoa.
Sucede que el abundante plástico que se mezcla con los envases de vidrio presenta también problemas allí donde se trata el plástico, según comentan en la planta laudioarra. «Todo lo que se puede valorizar se valoriza, pero siempre hay algo que va a vertedero, entre un 5% y un 6%», explica Javier Aguado.
El otro gran enemigo del calcín es la porcelana, proveniente generalmente de restos de hostelería o envases como los de las cuajadas, que no deberían depositarse con el vidrio. El problema es que la porcelana necesita mayor temperatura que el vidrio para su fusión y produce desperfectos, por eso se vigila su presencia en las cintas. Tampoco deben depositarse vasos ni vidrio plano, porque tienen «contenido de óxido de plomo, metales pesados, y por eso no se debe mezclar con el vidrio de reciclar», explicaron.
Pegatinas, corchos y cuellos de botellas se separan en el proceso hasta la producción de calcín. Los operarios se ocupan sobre todo de la separación manual en una primera criba de plásticos entre el material que trasladan las cintas. Decantación por volumetría, separación a través de lectores ópticos y sistema de absorción de papel acaban formando una montaña de fragmentos, el calcín, que crece con las fiestas y se dispara en Navidades.