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El divorcio de Putin abre interrogantes sobre su futuro y el de Rusia

El presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, ha anunciado por sorpresa su separación de Lyudmila, la que ha sido su esposa durante los últimos 29 años. Este gesto da lugar a diferentes interpretaciones sobre sus intenciones futuras y de cómo esto va a repercutir en la política rusa.

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Pablo GONZALEZ | Moscú

Vladimir Putin acudió el jueves junto a Lyudmila Putina, Shkrebneva de soltera, a ver una obra de ballet en el palacio de congresos del Kremlin. Al acabar la obra, la pareja atendió a los periodistas de un canal de noticias oficial ruso. Tras las preguntas de rigor sobre el ballet, la periodista pasó directamente a las preguntas personales, algo casi inédito al tratar con Putin una periodista corriente, y que dio claramente a entender que el acto estaba preparado de antemano. La pareja anunció que se habían separado, de manera «civilizada», como matizó Lyudmila. Las razones esgrimidas son la incompatibilidad de Lyudmila con la vida pública del presidente ruso.

Este anuncio ha cogido por sorpresa a la sociedad rusa. Una sociedad en la que los divorcios son muy extendidos desde hace años, pero la cual no está acostumbrada a que los ocupantes del Kremlin den semejantes muestras de humanidad. Ya en la época soviética hubo dirigentes casados en más de una ocasión, pero es la primera vez que una primera dama conocida para el gran público pasa a ser ex.

Acto bien estudiado

No es ningún secreto que Vladimir Putin está atravesando la que es su peor racha desde que llegó al poder en el año 2000. Los continuos escándalos de corrupción o los síntomas de estancamiento en el país, se han empezado a mezclar con acusaciones de índole personal contra Putin. Por un lado, son continuos los rumores sobre las hijas de Putin, Maria (28 años) y Ekaterina (26). Se dice que viven en el extranjero, y que la mayor está casada con un holandés. Por otro lado, a Putin se le ha echado en cara, aunque sin pruebas sólidas, unas supuestas inversiones en el extranjero, especialmente en Estados Unidos. Nada de ello ha sido demostrado hasta la fecha, pero el hermetismo que se guarda sobre la vida privada de la familia presidencial tampoco ha ayudado a rebatir de manera eficiente todos esos rumores.

Por todo ello, esta separación llega en un momento clave. Por un lado, en Rusia no se esperan elecciones importantes en los próximos años, con lo cual aunque la popularidad de Putin se resienta por la separación, hay tiempo de sobra para solucionar la situación. Por otro lado, este «nuevo» Putin que sale del divorcio puede lograr un vuelco en las encuestas de popularidad. Entre las mujeres, especialmente las mayores de 25 años, ya es bastante popular, y es previsible que ahora soltero lo sea aún más. Entre los hombres también debería despertar más simpatías, ya que son numerosos los rumores sobre las supuestas conquistas de Putin por un lado, y por otro, este divorcio lo aleja del tipo de los anteriores dirigentes rusos y soviéticos, y lo acerca a una imagen más moderna de estilo occidental.

Entre estas supuestas conquistas, dos tienen nombre propio. Por un lado, la ex gimnasta olímpica Alina Kabaeva, diputada por Rusia Unida (el partido de Putin) en el Parlamento ruso. Se ha llegado a afirmar en algunos medios que Kabaeva y Putin tienen ya un hijo en común, y están esperando un segundo, esta vez una niña. La otra supuesta gran conquista de Putin sería Anna Chapman, quien se hizo famosa tras ser detenida por espionaje en Estados Unidos, y luego devuelta a Rusia mediante un canje de espías.

No parece que Putin vaya a confirmar ninguna de estas relaciones a corto plazo, y mucho menos a casarse, ahora que se ha deshecho de Lyudmila. Este divorcio no va a perjudicar su imagen, pero una rápida unión con alguna mujer significativamente más joven que su primera esposa sí sería un duro golpe a su popularidad, especialmente entre las mujeres rusas de más edad.

Teorías de renovación

Otras teorías van aún más lejos en la explicación de por qué Putin se separa precisamente ahora, tras varios años en los que Lyudmila ya no era prácticamente un personaje público. Así, esto sería el inicio de una profunda renovación que aguarda a las clases dirigentes rusas cercanas al presidente. Por así decirlo, Putin empieza esta renovación en sí mismo, pero la hará extensible al resto de la clase política. Combatir la corrupción. Alejar la sensación de estancamiento del país. En definitiva, dar un nuevo impulso a su proyecto, empezando por sí mismo.

Vladimir Putin nunca ha destacado por ser una persona impulsiva y poco paciente, sino más bien un frío y calculador estratega. Se ha equivocado en algunas de las decisiones que ha tomado, pero sus aciertos, especialmente en la política interior rusa, son mayoría. Es de suponer que este divorcio es un paso bien estudiado y meditado por Putin y su equipo de asesores, al igual que lo fue en su momento el divorcio, y posterior boda, de Nicolas Sarkozy.

Salvando las distancias entre el francés y el ruso, el tiempo dirá si Putin ha tomado una decisión acertada, como en un principio parece ser.

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