Carlos GIL

La compañía Habima fue creada en Moscú en el año 1917 y se considera la primera compañía judía en lengua hebrea, hasta que en 1938 sus componentes decidieron emigrar a Israel y establecerse como la primera compañía de teatro israelí, incluso antes de la creación del estado de Israel. Se presenta como el Teatro Nacional y sus obras, formatos y pretensiones artísticas así lo demuestran. En hebreo, un Shakespeare que aborda un asunto delicado, como es la relación en Venecia entre un prestamista judío, Shylock, y una comunidad católica que ostenta el poder.

Con un prólogo en donde los jóvenes católicos linchan a Shylock, y un epílogo en el que el propio Shylock, convertido por obligación al cristianismo atraviesa la escena en solitario portando su maletín de cuero, el resto, es una versión canónica en cuanto a la dramaturgia principal, pero con una predisposición en la puesta en escena a incorporar lenguajes corporales, estéticos, más contemporáneos, sin apartarse por ello de lo esencial.

Y lo esencial es contar una historia en la que se cruzan amores, dotes, juicios, aventuras, préstamos, negocios, poderes y en el que los géneros se entrecruzan, pasando de una violencia trágica, a una comedia de enredos, que la compañía israelí lo realiza con mucha soltura, una gran solvencia actoral, a base de canalizar muy bien las energías, de utilizar instrumentos musicales para amenizar, de hacerlo en un espacio neutro, el escenario reconstruido del Corral de Alcalá, con una música y banda sonora en directo y un vestuario que le dota de personalidad junto a unas máscaras que acompañan a los intérpretes en los momentos de doblar personajes.

Un espectáculo de un nivel actoral medio destacable, con un gran trabajo de Yigal Sade en Shylock, que sabe transitar por las peripecias de la obra mostrando sus estados de ánimo, su cabezonería, intransigencia, pero a la vez su actitud de vincularse a lo firmado sin apartarse ni una coma, es decir cobrara con una libra de carne cerca del corazón si no se devuelve el dinero prestado. Una magnífica experiencia para escuchar a Shakespeare en hebreo, para ver una compañía  con actores de escuela en una propuesta universal.