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El Gobierno brasileño intenta entender y reaccionar ante las manifestaciones

Ante las históricas protestas en plena Copa Confederaciones de fútbol, que el jueves sacaron más de un millón de personas a la calle, el Gobierno brasileño, atónito en un principio, intentaba comprender ayer la furia y el descontento de la población y cómo salir del atolladero. La presidenta, Dilma Roussef, se reunió con miembros de su gabinete, pero se mantenía el silencio de las autoridades.

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A un año del Mundial de fútbol, más de un millón de manifestantes salieron a las calles de unas 80 ciudades de Brasil la noche del jueves para protestar contra los gastos de la Copa Confederaciones de fútbol y en demanda de mejores servicios, según las cifras revisadas de policía y expertos.

Además de grandes multitudes, Rio de Janeiro, Brasilia y otras ciudades vivieron escenas de caos, con violencia, saqueos, y enfrentamientos de manifestantes con la policía, en las mayores protestas callejeras en más de dos décadas en Brasil.

Hartos de la corrupción, de la mala calidad del transporte, la educación y la salud, de los precios en alza y de multimillonarios gastos para el Mundial 2014 cuando el país tiene enormes déficits en varios frentes, los brasileños sorprendieron a su propio gobierno y al mundo con la virulencia y el tamaño de sus protestas.

Reunión del Gobierno

La presidenta, Dilma Rousseff, se reunió ayer de urgencia con varios miembros del gabinete para analizar las movilizaciones y definir una postura oficial, pero a su conclusión ningún miembro del Ejecutivo aclaró las impresiones del encuentro, aunque se especulaba con un discurso a la nación de la presidenta.

Ante el silencio de las autoridades Merval Pereira, editorialista del diario «O Globo» se asombraba: «Tenemos manifestantes sin líderes contra políticos sin líderes. Las autoridades permanecieron mudas». Rousseff también canceló un viaje oficial a Japón previsto del 26 al 28 de julio. Las manifestaciones comenzaron hace once días exigiendo la revocación del aumento del precio del transporte, aunque luego fueron sumando denuncias y reivindicaciones. La anulación del aumento del precio del billete de transporte en varias ciudades, incluidos Sao Paulo y Rio, no logró frenar las protestas. Los manifestantes, en su mayoría jóvenes, con estudios, de clase media y apolíticos, piden menos dinero en estadios y más en servicios básicos de calidad. Brasil, séptima economía mundial, cuyos programas sociales han sacado de la pobreza a 40 millones de personas en la última década, atraviesa un periodo de magro crecimiento económico y una inflación en alza.

Autoridades conmocionadas

El intento de invasión y de incendio del ministerio de Relaciones Exteriores en Brasilia por parte de un grupo de manifestantes dejó a las autoridades «asustadas» y «conmocionadas», según el diario «O Estado de Sao Paulo».

La policía impidió finalmente que los manifestantes entraran, aunque causaron destrozos y tiraron dentro objetos en llamas. Dos microbuses de la FIFA y el hotel donde funcionarios de la organización se hospedaban en Salvador de Bahia, donde se enfrentaron el jueves Uruguay y Nigeria, fueron apedreados. En Rio de Janeiro tuvo lugar la mayor protesta con unos 300.000 manifestantes que marcharon hacia la alcaldía. Enfrentamientos con la policía, con saqueos, hogueras y actos de vandalismo, dejaron al menos 62 heridos. En Brasilia, donde protestaron unas 30.000 personas, al menos 35 personas resultaron heridas, tres de ellas gravemente.

dos muertos

Una mujer barrendera que inhaló gas lacrimógeno lanzado por la Policía en la ciudad de Belén murió ayer de un paro cardíaco y se convirtió en la segunda víctima mortal de las protestas sociales en Brasil, después de la muerte de un manifestante atropellado por un automóvil en Sao Paulo.

investigación

El gobierno regional de Río de Janeiro investigará los posibles excesos de la Policía en la represión a los manifestantes que ocuparon el jueves por la noche el centro de la ciudad. El gobernador del estado, Sergio Cabral dijo que la policía actuó cuando grupos de manifestantes, que consideró minoritarios, aprovecharon para lanzar ataques vandálicos.

Paréntesis en Sao Paulo por la utilización de la derecha

El Movimiento Pase Libre, que lidera las protestas que sacuden a Brasil desde la semana pasada ha suspendido las manifestaciones para evaluar la situación ante la infiltración de grupos de derechas. Los dirigentes del movimiento, nacido en las universidades y que defiende el transporte público gratuito, anunciaron que por ahora no convocarán a nuevas manifestaciones, al menos en Sao Paulo, para evitar que las protestas sean utilizadas para otros fines.

Según Rafael Siqueira, uno de los dirigentes del Movimiento, en las últimas manifestaciones se infiltraron «grupos conservadores para defender propuestas que no nos representan», como la penalización del aborto y la reducción de la edad en que menores pueden ser juzgados penalmente.

La decisión fue adoptada tras los incidentes ocurrido en la manifestación de Sao Paulo. En la protesta, se registraron enfrentamientos entre algunos de los manifestantes y militantes de partidos políticos de izquierda, incluid el PT, que insistían en levantar sus banderas durante la marcha. Los manifestantes que agredieron a los militantes de izquierda, algunos armados con navajas, se identificaron como «nacionalistas» contrarios a cualquier partido político.

«La suspensión de nuevos actos no tiene nada que ver con la participación de los partidos. Vamos a analizar y hacer una reflexión profunda con nuestros aliados en la lucha contra el aumento de los pasajes para decidir qué vamos a hacer», afirmó. «Mucha gente de derecha, con pautas con las que no estamos de acuerdo, se está aprovechando de las manifestaciones», agregó. GARA

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