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Imad YOKHANA YAGO | Parlamentario por el Movimiento Democrático Asirio

«Los cristianos de Irak necesitamos nuestra propia región autónoma»

Imad Yokhana Yago comparte con GARA la inquietud de su comunidad ante el desastre al que parece abocado el país. «Cuando los sistemas dictaroriales caen, los cristianos acabamos siendo las primeras víctimas», lamenta el que es uno de los principales líderes de esta minoría en Irak. Y pone como ejemplo lo acaecido en Egipto «y lo que está ocurriendo» en Siria.

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Karlos ZURUTUZA | KIRKUK

Imad Yokhana Yago nos recibe en su oficina de Kirkuk entre fuertes medidas de seguridad y bien entrada la noche. «Aquí no hay horarios, solo trabajo», explica sonriendo este hombre corpulento pero de maneras suaves. El parlamentario medita sus respuestas en silencios que, si bien no resultan forzados, reflejan la incertidumbre de un pueblo consciente de que camina por la cuerda floja, y sobre el abismo sectario.

Este año se cumple una década de la invasión de Irak. ¿Cuál es el balance de la comunidad cristiana local?

Un censo de población realizado en 1997 recogía que los cristianos sumábamos en torno a un millón y medio. Hoy somos alrededor de la mitad. En lugares como el barrio de Dora -sureste de Bagdad-, Mosul y aquí, en Kirkuk, sufrimos un genocidio en toda regla. En 2013 se nos sigue persiguiendo por nuestra confesión religiosa. Por un lado, somos víctimas de una Constitución que estipula que el Islam es «la religión oficial del país y fundamento básico de su código penal»; por otro, somos objetivo fácil para milicias chiíes o suníes, de criminales comunes o, simplemente, de gente que no quiere que haya cristianos en Irak. A menudo se nos identifica como «agentes de Occidente» cuando lo cierto es que nosotros, los de Oriente, somos los primeros cristianos de la historia. En cualquier caso, rechazo que se nos identifique únicamente desde un punto de vista confesional. Los cristianos asirios somos también un pueblo con una lengua y cultura propias tan válidas como las de árabes y kurdos.

¿Por eso abogan ustedes por una región autónoma?

Empezamos a reclamarla tras aquel salvaje atentado ocurrido en Bagdad en octubre de 2010, en el que más de 50 cristianos fallecieron en un atentado suicida. Históricamente hemos apostado siempre por la unidad de todos los iraquíes, que nuestros derechos sean garantizados por la propia Constitución iraquí, pero la actual coyuntura sectaria nos dice que necesitamos nuestra propia región autónoma. El modelo kurdo se ha demostrado el más eficaz para mantener la paz y la seguridad y nosotros buscamos algo semejante en las llanuras de Nínive, cerca de Mosul y de la región Autónoma Kurda. Es donde nuestra población es más compacta.

No obstante, ciertos sectores cristianos han denunciado que dicho proyecto se puede convertir en una especie de guetto.

En primer lugar, no hablamos de un área exclusivamente cristiana. Bartala, Bashiqa y el resto del territorio entre Mosul y la Región Autónoma Kurda es también hogar para minorías como los yezidíes o los shabak, los cuales padecen nuestros mismos problemas. Nuestro proyecto reconocería los derechos tanto de musulmanes como los de los que no lo son. Por otra parte, sabemos que desplazar a los cristianos de Basora, Bagdad y el resto de Irak será doloroso pero, realmente, es nuestra única manera de que no abandonen el país. Si seguimos bajo control de Bagdad o Erbil, nos convertiremos en una pequeña minoría más antes de desaparecer irremisiblemente. Sin embargo, una región autónoma nos protegería y haría las veces de «zona de amortiguación» entre kurdos y árabes.

Usted es natural de Kirkuk. ¿Qué solución tiene el mayor obstáculo en las relaciones entre Erbil y Bagdad?

En Kirkuk somos un grupo pequeño pero queremos tomar parte en la solución junto con árabes, turcomanos y kurdos. No obstante, creo que primero hay que restablecer las relaciones entre Erbil y Bagdad para poder abordar el conflicto de Kirkuk, y no al revés. La ejecución del artículo 140 de la Constitución iraquí -un referéndum precedido de ajustes demográficos que contrarresten las campañas de arabización de Saddam Hussein- es deseable pero no suficiente. Necesitamos también acuerdos políticos para evitar que el conflicto se fosilice perjudicando así a todas las partes, entre las que incluyo a agentes extranjeros como Turquía, Irán o Arabia Saudí. Creo que los kurdos están abordando el conflicto con paciencia y de forma inteligente pero las diferencias internas entre el PDK y el PUK -las dos principales coaliciones políticas kurdas- suponen un lastre porque Kirkuk es un feudo del PUK. Así las cosas, los habitantes de Kirkuk no solo seguimos sin poder manifestarnos en un referéndum sino que ni siquiera podemos celebrar elecciones locales.

¿Cómo les afecta a ustedes la guerra en la vecina Siria?

Al igual que nosotros, los cristianos de Siria también buscan una solución pacífica a la crisis pero cuando los sistemas dictatoriales caen, sea en Bagdad, Damasco o Egipto, acabamos siendo las primeras victimas. Y en Siria ya está ocurriendo. Estamos muy preocupados porque de producirse un cambio de régimen en Siria, los salafistas pondrán a nuestra comunidad en peligro. Sin ir más lejos, los cristianos coptos en Egipto están siendo víctimas de continuas agresiones desde el derrocamiento de Mubarak. Muchos de nosotros buscamos refugio en Siria tras la caída de Saddam ya que ese era el país donde los cristianos, cerca de dos millones, se sentían más seguros en todo Oriente Medio. Hoy muchos de ellos huyen a Líbano, a Turquía, o incluso a Irak, porque no tienen a dónde ir.

 

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