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Koldo CAMPOS | Escritor

El zoológico del automóvil

 

En los escaparates del gran mercado del automóvil nunca han faltado tiburones de Citroen y escarabajos de Volkswagen. Chevrolet enroló al impala, Dodge alistó al carnero, Volvo reclutó al venado y la Seat se decidió por incorporar al oso panda.

Abarth optó por el escorpión, Linx por la mariposa y Gordon Keeble por la tortuga. Alfa-Romeo integró en su escudo a la serpiente, y Lamborghini y Red Bull hallaron en el toro la imagen más feliz de su propuesta. La Wolf invocó al lobo como la Marlin al pez espada. Las iguanas siempre han sido un puntual complemento de los trailers

Los Jaguar no son los únicos felinos. Ford prefirió el puma; Proton el tigre; el león, más demandado, se lo repartieron la Peugeot, Holden, la Saab y algunas otras compañías. El caballo es uno de los más solicitados: Ferrari, Porsche, Mustang... hasta Unicornios y Pegasos. Toda una manada.

Curiosamente, ningún símbolo tan asociado a un automóvil como las alas. Que en un vehículo diseñado para desplazarse sobre la tierra, sean alas y aves quienes propongan en las carrocerías el imposible espacio al que se invita a volar, es algo más que una paradoja. Honda, Mazda, Bentley, Vauxhall, Arash, Pontiac, Falcon, Chrysler, Isdera, Skoda, Bianchi, Eagle, Thunderbird... son algunos ejemplos. En Toyota no dejaban resquicio para la duda: «Como en el cielo..., pero sin turbulencias». Subaru se hace cargo de culminar el vuelo en las estrellas.

Y con tanto espacio y alas y tantos animales referencias, ¿alguien puede extrañarse de los tantos estrellados, de que haya tantos animales al volante?

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