Familia y amigos de Yolanda González exigen el fin de la impunidad de Hellín
El centro Bidarte, en Deustua, se llenó ayer para rendir un sentido homenaje a Yolanda González, muerta en 1980 a manos del fascista Emilio Hellín. Familia y amigos exigieron que se acabe su impunidad y se aclare su colaboración los cuerpos policiales.
Mikel PASTOR | BILBO
Familiares, amigos y compañeros de lucha recordaron ayer a la militante revolucionaria Yolanda González, deustuarra que murió a manos del ultraderechista Emilio Hellín el 1 de Febrero de 1980 en Madrid, tras ser secuestrada por un comando del Batallón Vasco Español (BVE) en su propia casa.
Minutos antes de las 20.00, hora de inicio del acto, el centro Bidarte, en el corazón de Deustua, presentaba un lleno absoluto, hasta el punto de que varios de los cientos de asistentes tuvieron que seguir el acto de pie desde los laterales de la sala.
El bertsolari Arkaitz Estiballes abrió el homenaje con un sentido bertso en el que además de recordar la figura de González recalcó la «impunidad» que rodea a Emilio Hellín, estos días de nuevo en boca de todos por su participación como perito en el juicio por la muerte de los dos niños de Córdoba. Esta apelación a la justicia fue una constante durante todo el acto.
Tras un aurresku en honor a la familia se dio paso a un video en el que compañeros de militancia y amigos trazaron con sus testimonios un perfil vital e ideológico de Yolanda González, además de incidir en las oscuras circunstancias del secuestro y la muerte.
La segunda parte del video se centró en profundizar en la figura de Emilio Hellín, analizar su estancia en la cárcel, sus constantes fugas -una de ellas a Paraguay junto a toda su familia-, su ayuda a las fuerzas militares del dictador Stroessner en el mismo país sudamericano y sobre todo, su colaboración, de vuelta en el Estado español, con varios cuerpos policiales, incluidos la Ertzaintza y los Mossos d'Esquadra.
Una sentida mesa redonda
El homenaje incluyó una mesa redonda en la que participaron el historiador Josu Chueca; Itziar Manteca, compañera de militancia de González; Alejandro Arizkun, por aquel entonces compañero sentimental de la deustuarra; Asier González, su hermano; y Ane Morales, una militante del barrio.
Sus distintos relatos compusieron una emocionante y emocionada radiografía de Yolanda González, desde el plano histórico, político y también personal, confluyendo en un mensaje nítido: que 31 años después, por fin se haga justicia.
La gran mayoría de intervinientes señalaron que, además de para recordar, el acto debía servir de acicate «para mantener los principios y la lucha que ella defendía, que hoy siguen más vigentes que nunca».