La UE recibe a Croacia, entreabre la puerta a Serbia y guiña a Kosovo
Veinte años después del sangriento desmembramiento de Yugoslavia, la UE ha logrado hacer coincidir la bienvenida a Croacia con dos importantes, aunque desiguales, gestos hacia Serbia y Kosovo por su reciente acuerdo de normalización de relaciones. Abrirá negociaciones de adhesión con Belgrado, largas a tenor de los recelos alemanes, y de preadhesión con Pristina, a la que el Estado español sigue mirando de reojo.
Dabid LAZKANOITURBURU
Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea dieron la bienvenida a Croacia, cuyo ingreso se hará efectivo el domingo, y dieron luz verde al inicio en 2014 de las negociaciones de adhesión con Serbia.
Por lo que toca a Kosovo, el Consejo Europeo se limitó a proponer a Pristina iniciar negociaciones para un Acuerdo de Estabilización y de Asociación, etapa previa a una eventual candidatura de la Unión.
El de Croacia supone el sétimo proceso de ampliación de la UE en 60 años y fue calificado de «momento histórico« por el presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, quien dirigiéndose al primer ministro croata, Zoran Milanovic, destacó que «vuestra entrada (....) tras una reciente guerra, nos recuerda el objetivo fundamental de Europa: vivir juntos en paz, juntos en la prosperidad».
Segundo país de la antigua Yugoslavia en acceder a la UE tras Eslovenia (2004), Montenegro, Macedonia, Bosnia-Herzegovina, Kosovo y, sobre todo Serbia, el más poblado, siguen esperando en la puerta.
Alemania y Serbia
La UE ha premiado a Serbia por su reciente acuerdo de normalización de las relaciones con Kosovo y, sin duda, la colaboración de Belgrado con la entrega a La Haya de presuntos criminales de guerra.
Lo ha hecho anunciando el inicio de las negociaciones de adhesión, pero postergándolas de este otoño a inicios del año próximo por presión de Berlín.
Alemania, histórica valedora de Croacia desde que decidió separarse de Yugoslavia, lidera en el caso de Serbia y del resto de países las crecientes reservas a nuevas adhesiones en plena crisis global (económica y política) de la UE y tras las dificultades visibles en Bulgaria y Rumanía, que se adhirieron en 2007.
Serbia ha mostrado su esperanza en que las negociaciones «duren cuatro o cinco años, no diez». Optimismo o ingenuidad, teniendo en cuenta que Croacia ha tardado ocho años en cumplir con los requisitos exigidos.
La sombra de la eterna y siempre postergada promesa a Turquía planea sobre los Balcanes Occidentales. Pese a que muchos analistas insisten en que cerrar las puertas a esos países sería una puñalada, más teniendo en cuenta las contrapartidas que se les han exigido, leoninas -por comparación con Croacia- en el caso serbio.
Kosovo y el Estado español
La apertura de negociaciones en un estado preliminar con Kosovo supone asimismo un guiño al hecho de que Pristina haya accedido a una suerte de autonomía para el norte mayoritariamente serbio del país y haya firmado un acuerdo de normalización con Serbia sin que ésta reconozca formalmente su independencia.
No es la única. El Estado español, que junto a otros cuatro países miembros se niega a hacerlo, en su caso por cuestiones de comparativa interna (Catalunya. Euskal Herria...), no ha podido en ningún caso torpedear el gesto comunitario hacia Kosovo. Lo que sí ha logrado con su abstención es que las negociaciones se limiten técnicamente a cuestiones comunitarias, lo que evita a Madrid tener que presentar en el Congreso español la cuestión kosovar para su ratificación.
Las dudas y recelos tampoco son exclusivas en el interior de la UE. No faltan sectores entre la población serbia que insisten en concebir a Kosovo como parte inseparable de Serbia, como quedó patente ayer en el aniversario de la batalla de Gazimestan (Kosovo Polje).
Entre la población albanokosovar, formaciones como Vetevendjose (Autodeterminación) han denunciado el acuerdo de normalización con Serbia e interpretan que Bruselas ha premiado y acabará premiando a Belgrado en detrimento de Kosovo, a la cola hoy en el proceso de integración en la UE.
La cumbre celebrada por los jefes de Estado y de Gobierno de la UE se cerró ayer sin grandes decisiones y sin nuevas medidas sobre la mesa para luchar contra el paro juvenil.
Los Veintisiete se limitaron a confirmar que los 6.000 millones de euros ya pactados para el periodo entre 2014 y 2020 se concentrarán en los próximos dos años -1.900 de ellos serán para el Estado español- y podrán ser complementados con fondos adicionales a partir de entonces.
En cualquier caso, numerosos líderes insistieron en que la verdadera responsabilidad contra el paro está en el ámbito estatal y no en el europeo. La canciller de Alemania, Angela Merkel, pidió ayer que no se creen «falsas expectativas» con las nuevas medidas aprobadas y advirtió de que «no sería honesto» prometer a los jóvenes españoles que pronto van a tener acceso a empleos de larga duración.
La cumbre no abordó la idea planteada por Mariano Rajoy para que las ayudas estatales al empleo joven no computen como déficit público. Rajoy, en rueda de prensa, defendió que la opción de recibir fondos europeos para ese fin es más ventajosa, y anunció que sopesa utilizar los 1.900 millones para rebajar las cotizaciones sociales.
El otro gran pilar del plan europeo para impulsar la contratación juvenil pasa por facilitar el crédito a las pymes. Los líderes europeos analizaron tres opciones planteadas por el Banco Europeo de Inversiones (BEI) para desarrollar instrumentos de riesgo compartido con los que liberar hasta 100.000 millones en préstamos. Sin embargo, los Gobiernos no se decantaron por ninguna opción, algo que prevén hacer en el otoño. GARA
La presidencia lituana de la UE, a partir del 1 de julio, se ha marcado como objetivo el acercamiento a las exrepúblicas soviéticas, una iniciativa percibida por Moscú como una injerencia en su zona de influencia.