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Fermin Munarriz | Periodista

El valor de las cosas

Solo somos conscientes del valor de algunas cosas cuando las perdemos. Esta impresión acompañó a la indignación por el cierre de «Egin» hace ahora 15 años. La reacción inmediata de poner en circulación un nuevo diario en cuestión de horas fue el bálsamo ante aquella desazón y vértigo. La batalla se ganó en 24 horas, gracias a la respuesta vertiginosa de miles de personas que habían sentido enmudecer repentinamente. Sin palabra, sin voz, sin «Egin». Por aquella experiencia podemos hoy apreciar el valor de lo que tenemos cuando estamos a tiempo de protegerlo.

Precisamente estos días en que el ministro del Interior español asegura que «estamos en la batalla del relato» sobre lo ocurrido en Euskal Herria en las últimas décadas y advierte de que impondrá su «verdad histórica» hasta en las escuelas, adquiere mayor proyección el valor de aquel medio que contó lo que otros callaban o tergiversaban según sus adscripciones políticas. En su quehacer periodístico «Egin» llevó a la plaza pública los gritos de los torturados, la voz de los presos, la filiación de los terroristas de Estado, el dolor de las víctimas de la violencia gubernamental, los nombres de los corruptos locales, la represión policial, el proyecto del independentismo y tantas aspiraciones liberadoras... Puso negro sobre blanco, con imágenes y en ondas de radio la realidad de un país que otros intentaban por todos los medios ocultar. La fe de existencia del conflicto reposa en estanterías. Y eso se lo debemos, también, a quienes tuvieron la visión y la valentía que se precisaban en aquellos momentos y que hoy cumplen aberrante condena de cárcel por ello.

Sin «Egin», hoy las cosas serían más difíciles. Tal vez, ni siquiera habríamos llegado aquí. «Egin» escribió el relato día a día, a modo de notario público, y lo legó como herencia política. Precisamente cuando la contienda abre nuevos frentes en el terreno de la memoria y la narración de lo sucedido, percibimos mejor el mérito de las cosas que se pierden. Mucho y muy grande.

Por eso es tan importante ser conscientes del valor de lo que hoy tenemos cuando jugamos la partida en la Primera División. En papel, en radio y en internet. Y de lo necesario de contribuir a sostenerlo con eficacia, con prestigio, con fidelidad diaria, con determinación... Pero, ante todo, con la mirada estratégica que requiere toda apuesta de un país que quiere ser libre.

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