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Fede de los Ríos

El amigo americano

 

Poco duró la justa indignación de Europa hacia Estados Unidos por lo que denunciaron como espionaje propio «de enemigos».

Nada menos que la comisaria de Justicia de la Unión Europea, Viviane Reding, anunció que el espionaje que Edward Snowden sacó a la luz ponía en cuestión el acuerdo de libre comercio trasatlántico: «No podemos negociar si hay la más ligera duda de que nuestros socios están llevando a cabo actividades de espionaje en las oficinas de nuestros negociadores», afirmó la tal Viviane. Una sorprendida Ángela Merkel, oficiando de alma cándida, aseguraba: «que los amigos nos vean como enemigos excede lo imaginable». Pobre y escasa la imaginación de la teutona para algunas cosas, mientras demuestra un derroche de fantasía para otras. ¿Amigos los americanos? ¿No vio la película de su compatriota Wim Wenders «El amigo americano» que mediante la mentira convertía a un ser más débil en un asesino?

La peregrina sospecha de que el exanalista de la CIA Snowden pudiera conseguir asilo en Latinoamérica y aprovechara el avión de Evo Morales para trasladarse Bolivia hizo que con un leve chasquido de dedos del negro con alma blanca volvieran a los hasta entonces indignados estados soberanos europeos caniches de circo. Del circo americano.

Déspotas con el débil y sumisos con el poderoso, mentalidad cuartelera.

Un tipo se juega la vida denunciando el espionaje. Los espiados parecen indignarse durante un rato por ser espiados y, al final, arremeten contra el denunciante. Lógico, ¿no?

Para lo cual no dudan en secuestrar durante catorce horas al Presidente de Bolivia, Evo Morales, impidiendo el vuelo de su avión. ¿Dónde se ha visto un indio en avión? Mejor a caballo, parecieron pensar las más antiguas y consagradas democracias. Rizando el rizo, como no podía ser menos, el embajador español en Austria, a la remanguillé, pretendía que el presidente Evo Morales le invitara a tomar café en el avión y así, de paso, echar una legañada por si se encontraba el exanalista de la CIA a bordo. El James Bond marca España se llama Alberto y se apellida, cómo no, Carnero. Un hombre de Aznar que llegó a director del Área Internacional de FAES. Como diplomático no tiene precio, aunque debió probar con cuentas de colores que tanto gustan a los indígenas y hablarle de la Madre Patria que tanto bien les hizo hace quinientos años llevándoles el cristianismo, la lengua del Imperio donde no se ponía el Sol, la sífilis y la postura del misionero.

Ahora el Imperio habla inglés y en vez del cristianismo lleva la democracia a todas las partes del mundo. Unas veces de manera directa como en Irak, otras mediante el apoyo a sus amigos de la zona. Anteayer fue Libia, en Siria se están esforzando, hoy le ha tocado a Egipto. Habían hecho elecciones, pero no habían elegido bien, entonces los mandos militares egipcios, formados en EEUU y por lo tanto democráticos, han tenido a bien corregir el error con un golpe de estado.

Si Obama nos espía, es por nuestro bien. No olvidemos que es Premio Nobel de la Paz como el egipcio Mohamed el Baradei, que apoya el golpe porque «complace a Dios».

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