GARA > Idatzia > Kultura

UDATE | NARRATIVA

El futuro como horizonte

p052_f02.jpg

Iñaki URDANIBIA

Vladimir Maiakovski era un broncas, no se cortaba a la hora de provocar y montar espectáculos en los que destacaba su altura y su inquietante e insolente mirada. Representante de la vanguardia, y más en concreto del llamado futurismo ruso, que más que un movimiento era un modo de vida, del que la viva imagen era el poeta que era seguido y aclamado por una colla de animados muchachos.

El jerezano Juan Bonilla nos sumerge, desde las primeras páginas de su entretenida y aclaratoria novela, en la vida de este hombre del futuro, que veía en él algo parecido al paraíso, entre los humanos. Nos conduce el novelista a las cafeterías en las que entraban Maiakovski y sus amigos montando bulla y acoquinando a los poetas simbolistas que debían reunirse en la primera parte para evitar las chanzas de los muchachos; tampoco hacían gracia a estos jóvenes las actividades de la corriente acmeísta en poesía, encabezada por Anna Ajmátova, y puestos a señalar desacuerdos asistiremos a una conferencia que dio el líder del futurismo italiano Marinetti, que era interrumpido cada dos por tres, e insultado por su artificial puesta en escena, por nuestro hombre coreado por los suyos ante el pasmo de los fans del italiano. Como flashes nos son entregadas diferentes escenas, una cincuentena, a modo de capítulos, en las que vemos al poeta en su propia salsa y la simpatía con el retratado por parte de Bonilla aflora saltarina por las páginas dando lugar -demos la razón a la faja del libro- a «una novela gamberra y radical». La risa está asegurada y los destellos de la atractiva figura del carismático Maiakovski llena la escena luciendo en una creciente compañía que va desde sus amigos, muy en particular el también poeta Burliuk, a celebridades de aquellos años en que la rebeldía extendía sus brazos hasta rodear en su totalidad la geografía rusa y la de sus repúblicas vecinas que en 1917 formarían la unión de repúblicas; desde personalidades de la cultura (los escritores Boris Pasternak, Máxim Gorki, Mijaíl Bulgákov, el realizador cinematográfico Sergéi Eisenstein, el promotor teatral Vsevolod Meyerhold, o los lingüistas Roman Jakobson, Tinianov, Skolvski...) a las de la política (Lenin, Trotski, Stalin...).

La fuerte personalidad de Maiakovski desborda ilimitada y su influencia hasta convertirse en un verdadero poeta de la revolución va creciendo, en un camino en los que los amores no faltan; el más destacado el que mantuvo con Lily Brik, mujer del poeta Osip que no ponía mayores, ni menores, pegas a lo que sucedía delante de sus narices. Nuevos valores asomaban cada vez con más fuerza en la tierra de los soviets, y ello se traducía en las costumbres. Embajador de la revolución en otros países, por los que viajó dejando huella de su encanto, mostrando su odio a la burguesía, a las hipócritas convenciones de la sociedad bienpensante, sin obviar su creciente animadversión hacia la burocracia que trataba de domesticar los impulsos de la revuelta y que sofocaba la espontánea creatividad de los artistas; desavenencias que le llevaron desde los pedestales a los esquinados márgenes de los opositores, hasta que en su dolorida soledad el poeta, aficionado al juego de la ruleta rusa, se descerrajó un tiro en el corazón en 1930.

Resulta así la travesía propuesta por Bonilla un retrato excelente de Maiakovski y un intenso viaje por lo años más intensos que se vivieron a principios del siglo pasado, con el telón de fondo de las vanguardias políticas y culturales, y los paisajes urbanos de las ciudades más significativas del siglo XX...Nueva York, Berlín, París, Moscú, San Petersburgo y México...tras la estela del poeta que «atizaba el fuego universal» para poner fin al reino de la burguesía... «partiendo hacia las estrellas».

Juan Bonilla encandilado por el irreverente poeta, se une a la fiesta y no desentona con su agitada imaginación que se acopla, con su ágil prosa, a los hechos narrados.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo