Raimundo Fitero
Es y no es
A saber. Cuando el pueblo al que llaman soberano se equivoca con su voto, alguien tiene que remediarlo. Si lo que sale de las urnas no convence a los señoritos de siempre, alguien superior, con el poder de la fuerza, naturalmente, está moralmente autorizado a rectificar el error democrático básico. Lo están aplicando a Egipto, lo argumentan de una manera harto falaz, aseguran cada vez que dicen algo parecido que «nunca hubiera pensado que estaría defendiendo un golpe de estado, pero en esta ocasión....». Y a partir de ahí aparece el pensamiento único, la xenofobia y, sobre todo, la islamofobia más recalcitrante.
Algunos ya enseñaron la patita cuando Aznar arropó una intentona golpista en Venezuela contra Hugo Chávez. Ahora se han quitado todos la careta, demostrando que forman parte de un núcleo que crea opinión a partir de conceptos reaccionarios que a la mínima ocasión se les escapa. Son los mismos que aplaudirían una intervención militar en Catalunya si en votación libre saliera el sí, no a la independencia, sino «al derecho a decidir», que es una cuestión previa. Los mismos que miran el mapa político de Hegoalde y les salen espumarajos por la comisura de la boca esperando una intervención gloriosa que acabe con los resultados de las votaciones en Gipuzkoa. Son ellos que no saben si lo que es un golpe, lo es, pero que por si acaso, lo justifican para que si es, sea para mucho tiempo. Y si convocan elecciones que no las ganen los que las van a ganar, porque entonces, ¿para qué?