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Jim Morrison

Iratxe FRESNEDA

Cuenta la leyenda, que en una ocasión, cuando el cantante de «The Doors» Jim Morrison, durante una de sus innumerables juergas, le dijo a Janis Joplin: «no deberías cantar blues, te hace infeliz» ella se alejo llorando para regresar después y abrirle la cabeza con una botella de Whisky. Ese no fue el botellazo que acabo con la vida de Morrison, aunque el alcohol fuera un incondicional colaborador a la hora de terminar con la vida de ambos artistas. El blues es la vida y, claro, la vida a veces nos hace infelices. C'est la vie. No todo va ser ponerse a lapidar a nuestros semejantes con barbas postizas o canturrear en la cruz mirando el lado brillante de la existencia como en «La vida de Brian» (aunque bien mirado...) Sea como fuere, todos los veranos me acuerdo de Jim Morrison. Hace 44 años que no está y aún me sigue fascinando la mitología que se generó en torno a él, la peculiaridad del personaje, su fuerza en los escenarios y fuera de estos, su decadencia y debilidades humanas. Y sí, siguen gustándome sus canciones, sobreviven al paso del tiempo. Hace unos años Tom Dicillo realizó un digno retrato de sus avatares. El realizador afincado en Nueva York presentó en los Especiales Zabaltegi «The Doors» un documental donde analiza la trayectoria de la banda. La cinta de Tom Dicillo (fan de The Doors) cautivó a gentes domo Johnny Depp o Jack Holzman (fundador de Electra Records), que afirmaron ver en la película las razones que llevaron a The Doors a eternizar su legado. Haciendo uso de metraje rodado por la formación en 1965 y tras el fallecimiento de Jim Morrison en 1971, el documental camina por los inicios de la banda hasta los pasillos de la UCLA donde Manzarek y Morrison se conocieron. La película profundiza en la figura de Morrison y descubre al mundo el talento de una de los mejores grupos de la historia. Voy a volver a verlo.

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