«El año pasado compré aquí ajos y me duraron hasta abril. Me salieron todos buenos y estaban estupendos», señala una vecina de Goizueta para satisfacción de José Martínez, el ajero que regenta los dos últimos puestos que mantienen viva una tradición muy sanferminera y en los que una cuadrilla valora el género.

Hace doce años que Martínez decidió presentarse en las fiestas de Iruñea con sus ajos de Faltzes y Azkoien para mantener viva una costumbre que se está perdiendo. «Hace tiempo, si querías tener ajos en casa, tenías que comprar en esta época y por ese motivo era muy típico que en las fiestas la gente apareciera por la calle con una ristra colgando del cuello. En cambio, ahora tienes ajo todo el año en los supermercados», explica.

Por ese motivo han quedado atrás los tiempos en los que sesenta puestos llegaban a ocupar la plaza, aunque «todavía hay gente a la que le gusta comprar y se echa una ristra al hombro». Una clientela en la que figuran tanto personas mayores que llevan décadas comprando ajos, como jóvenes cuyos padres los adquirían «y a ellos les gusta seguir con esa costumbre».

Las personas que se acerquen a sus dos puestos se encontrarán con «unos ajos buenísimos, ya que las intensas lluvias de este invierno han favorecido a este cultivo en concreto. Ha salido un ajo especialmente grande y bueno, y el color no puede ser mejor», comenta orgulloso. Un producto que se puede adquirir desde cinco euros hasta los treinta que cuesta la ristra.

El tamaño, el color y el penetrante olor han convencido a la cuadrilla de Goizueta, que cuando termine de disfrutar de los sanfermines, se pasará por el puesto para llevarse a casa el preciado producto del «último mohicano» de la plaza de los Ajos.