Raimundo Fitero
Concha
Hubo un tiempo no muy remoto en el que en TVE con gestión socialista se tomaron decisiones importantes como fue renovar el formato de los telediarios, y además de hacer un esfuerzo escenográfico y técnico, se ficharon a periodistas externos a la casa que acabaron convirtiéndose con el paso de los años en estrellas de la televisión. Una de aquellas personas que llegó e iluminó nuestras pantallas fue Concha García-Campoy, que venía de la radio y que acabó con el tiempo compaginando televisión y radio.
Y he escrito iluminar porque era un rostro que enamoró a muchos espectadores y que tuvo la cualidad de transmitir autenticidad. Una mujer radiante, con una dicción un poco extraña dados sus acentos mediterráneos, que cautivó y formó parte de un plantel de buenos comunicadores, hombres y mujeres que le dieron prestancia a la televisión pública estatal y que abrieron una época de mayor entidad y consistencia a los propios informativos que presentaban, intentando acabar con el monopolio de los bustos parlantes que después Ana Blanco ha reinstaurado de manera pétrea.
Concha García-Campoy ha luchado muchos meses contra una leucemia, pero la enfermedad ha podido con ella a una edad muy temprana. Hace muy poco que estaba todavía en la égida de Mediaset presentando programas de debate político y con proyectos mayores. Y ya no está. Ya es un recuerdo. Y me permitirán que en este caso el recuerdo sea en primera persona, porque yo escribí muchos artículos sobre la recién llegada Concha García-Campoy a televisión y cuando volvió a la radio revalorizando los programas de fin de semana con «A vivir que son dos días» en la SER, viajaba por diversas ciudades estatales, y al llegar a Donostia, fui convocado por ella para una sección en la que dos periodistas de la zona daban unos premios a los más tontos de la semana.
Me ha venido a la memoria esta anécdota porque fue una conversación previa muy agradable. Me confesó que tenía uno de los artículos de EGIN enmarcado en su casa porque había sido una de las primeras críticas recibidas. Hoy tendrán sus deudos muchos más artículos que enmarcar porque era querida por sus compañeros de profesión. Adiós Concha.