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Crónica | clamor unitario contra el cierre

«¿Qué va a ser de Ezkerraldea y del futuro de nuestros hijos?»

El temor y la incertidumbre pesan en el ambiente de La Naval en Sestao. Lo bueno es que hay unidad, que muchos echaron de menos en 2004 o en 2006, pero todos presienten que el futuro de los astilleros parece ya escrito.

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Juanjo BASTERRA

El calor aprieta a las puertas de La Naval. Es lo de menos. El astillero hace sonar los «cuernos» para llamar a la manifestación. Todavía, a esas horas, se desconocía el resultado de la reunión de Bruselas que terminó con otro jarro de agua fría del comisario de Competencia, Joaquín Almunia. Entre el astillero de La Naval y el de Zamakona, en Santurtzi, se inicia una manifestación que pide futuro.

Esta vez es diferente. Hay un clamor unitario entre grupos políticos, sindicatos y colectivos sociales. Puede ser la «última decisión» que deje a Ezkerraldea sin futuro, como explicó Maribi Ugarteburu, parlamentaria de EH Bildu, quien reclamó soberanía para actuar desde este pueblo. Manuel Velado, responsable de UGT del sector naval, depositó, cuando más apretaba el sol, sus esperanzas en Bruselas. Porque «si nos obligan a devolver las ayudas estaríamos hablando del cierre casi total de las instalaciones». Nadie quiere hablar de lo que una semana atrás el director gerente del Foro Marítimo Vasco, Javier López de Lacalle, señalaba a GARA, que «los bancos cierran la financiación, no creen que haya vuelta atrás».

Esa parece la lógica que se está imponiendo en Bruselas. Bien es cierto que hasta «el último suspiro», como dijo Miguel Angel Albero, trabajador de Construcciones Navales del Norte -propietaria de La Naval de Sestao-, «esperamos que no tomen el peor camino: nuestro cierre».

En esta manifestación entre dos de los astilleros vizcainos también participa Tasio Erkizia, histórico militante de la izquierda abertzale, que traza una síntesis del problema con agudeza de experto. «Estamos en un momento de inflexión en Euskal Herria. La gran banca y los lobbys europeos han hecho una gran apuesta por desertizar esta industria estratégica en función de intereses de otros astilleros europeos que nos ven como competencia directa». Para él, el camino hacia una solución «nos lleva a unirnos los trabajadores y las clases populares, y crear un gran muro social contra la desertización y en favor de los derechos sociales y laborales de este pueblo».

Erkizia reconoce que «la decisión de Bruselas puede terminar con el desmantelamiento del sector naval en Euskal Herria, con más de 17.000 trabajadores afectados entre directos e indirectos». Por lo que llamó «a este pueblo luchador» a «levantarse de forma seria y organizada».

Pérdida absoluta

En esa línea se mostró el veterano sindicalista de CAT, Agustín Picado. «Si hay que devolver las ayudas, la pérdida de trabajo sería absoluta en Ezkerraldea. La Naval es el mayor astillero de los privados, puede dar trabajo a 2.000 personas, entre empleos directos y subcontratados». Para él, la marcha de ayer en Ezkerraldea «debe ser el inicio de movilizaciones que deben ir a más, y más contundentes hasta lograr que la Comisión Europea dé marcha atrás».

Txetxu Rojo, trabajador de Astilleros Zamakona, caminaba junto a un grupo de compañeros. «Me parece una injusticia que nos obliguen a devolver las ayudas, cuando a Francia se las perdonaron». Admitió que «están jugando con el futuro de miles de familias» y se preguntó «¿qué va a ser de Ezkerraldea, del futuro de nuestros hijos?». Lamentó la actitud de la Comisión Europea «que se presta a salvar a los banqueros con inyecciones millonarias y a los obreros nos deja fuera, desamparados».

Iñigo Galdeano, de ELA, ve complicado el futuro, pero remarcó que «será la sentencia de muerte para los astilleros» si el Colegio de Comisarios decide el próximo miércoles seguir con la reclamación de las ayudas.

Aingeru Azpiolea, del Colectivo de Desempleados de Sestao, participó de esa marcha, que recogió los aplausos de solidaridad por todo el trayecto. «El cierre de La Naval supondrá un problema añadido para Sestao y Ezkerraldea. Nuestro futuro está en el aire». Dijo que «vemos que es un tema político. Nos quitan los astilleros para llevar la carga de trabajo a otros de Europa». Algo así dijo Oscar López, de la subcontrata Indasa de La Naval: «Esto se acaba. No hay futuro».

Raúl Arza, secretario general de UGT Euskadi, explicó que «este sector es vital para esta comarca». José Antonio Pastor (PSE) hizo un llamamiento expreso al comisario Almunia para que «se mantengan los astilleros y el empleo». Mientras que diferentes miembros y cargos del PNV llamaban «a la sensatez» para evitar «este nuevo drama».

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