A la tercera tampoco fue la vencida. Osasuna sigue sin marcar en su periplo holandés como nota más negativa, pero con el atenuante de que sus rivales están bastante más rodados y los de Mendilibar están manteniendo el tipo ante semejante desventaja. La escuadra navarra está solventando su falta de velocidad frente a sus adversarios con un buen posicionamiento en el campo que le permite defender con relativa comodidad.

Lo cierto es que esa solidez en lo que se refiere a la labor de destrucción no se ve acompañada de claridad en ataque. El conjunto rojillo, muy presionado por los hombres del Twente ya desde los tres cuartos, volvió a carecer de una salida clara de balón, una faceta en la que ayer intentaron afanarse Puñal y Silva, pero que en contadas ocasiones acabó cuajando en balones claros para los compañeros más adelantados.

Con bastante más clarividencia se desenvolvieron los anfitriones -apenas una semana para que entren en la vorágine competitiva- en posiciones de ataque. Ahí Castaignos se movió como pez en el agua, buscando casi siempre la espalda de Loties, al que batió en varias ocasiones con sus rápidas arrancadas. No estuvo tan afortunado para los intereses encarnados cuando encaró portería, donde o se encontró con Riesgo o le faltó puntería al buen delantero holandés, que ya pasó por las filas del Inter.

No cabe, en todo caso, restarle mérito a la actitud de los rojillos quienes, pese a su menor carga de trabajo físico, se fajaron en una tarde calurosa -la treintena de grados reinante obligó al árbitro a parar hasta en dos ocasiones el amistoso para que los futbolistas se refrigerasen- y no le perdieron la cara al choque, aunque la gran mayoría jugaron los noventa minutos.

Mendilibar volvió a emplear un sistema que parece gustarle, colocando a Oier como media punta, quizás porque en esta ocasión el rival era de mayor empaque -sexto en la última Eredivisie- y la prueba, más exigente, con los mismos cambios que un partido oficial, al menos por el lado navarro. Ello no obvió, en todo caso, los mismos males que vienen caracterizando a Osasuna en los últimos tiempos: poca combinación vertical, escasa generación de ocasiones y llegada a la meta contraria, y nulo acierto en esas contadas oportunidades.

De las Cuevas, el más incisivo

Quizás por destacar a alguien, el más incisivo en esta parcela resultó De las Cuevas, con sendos remates, uno demasiado cruzado y el otro golpeando en el cuerpo de un defensa. Oier y Maikel Mesa también lo intentaron, si bien sus lanzamientos, centrados y sin potencia, acabaron mansamente en las manos de Marsman.

Con maneras bien diferentes -rapidez, verticalidad y buscando los flancos-, fue el Twente quien más méritos acumuló para adelantarse en el electrónico. Y lo pudo hacer de no ser porque el colegiado anuló un golazo de John por fuera de juego de un compañero, que se apartó de la trayectoria del esférico y pudo desviar la atención de Riesgo.

Lo positivo es que Osasuna parece ir cogiendo el tono competitivo, a falta de otros dos compromisos por afrontar esta semana, pero todavía con bastantes carencias en el apartado creador y anotador.